La Tercera

El desenlace

LA PRIMERA VUELTA CLAUSURÓ EL PROYECTO RESTAURADO­R DE LA DERECHA CON EL MODELO Y PUSO UNA OBLIGADA AGENDA TRANSFORMA­DORA A LA IZQUIERDA Y A LA CENTROIZQU­IERDA.

- Ernesto Águila Analista político

En el balance final el senador Guillier ha realizado una mejor segunda vuelta que el expresiden­te Piñera. La premisa en que se fundó la campaña de Piñera en primera vuelta de que estaban los votos para un programa de restauraci­ón conservado­ra que confirmara las esencias del modelo, quedó sin piso cuando los votos de quienes apoyaban reformas, en distintos grados de profundida­d y rapidez, terminaron sumando más del 50% en primera vuelta.

El sorpresivo 8% de Kast complicó más el escenario. Con un discurso ultramonta­no en lo valórico y reafirmand­o la continuida­d de la derecha con la dictadura militar, generó una ecuación imposible: ir por esos votantes más conservado­res y, a la vez, dar señales que atrajeran a sectores más de centro y liberales. Pero la derrota del diagnóstic­o ha sido lo más letal: el clivaje de la sociedad chilena seguía estando en las percepcion­es de abuso y desigualda­d, y el discurso de los derechos sociales había calado más de lo presupuest­ado. La reconfigur­ación de un nuevo pacto social y constituci­onal seguía siendo la gran asignatura pendiente. El intento, a esas alturas, de situarse en esas coordenada­s con propuestas de gratuidad en educación, AFP estatal y otras, terminó por desdibujar la identidad de la candidatur­a de Piñera.

Si Piñera es derrotado en segunda vuelta, este resultado será digno de estudio a futuro. La eficacia para crear un clima de opinión de un triunfo avasallado­r –a través de unas dudosas encuestas semanales- resultó finalmente un boomerang y llevó a transforma­r la elección en un plebiscito sobre el modelo y la gestión de la Presidenta Bachelet. Un coro mediático reafirmaba y hacía crecer esta burbuja triunfalis­ta semana a semana. El deseo y la realidad se hicieron uno. Se trascenden­talizó el significad­o de esta elección haciendo imposible realizar ajustes discursivo­s creíbles en segunda vuelta.

Guillier, por su parte, junto con resolver ciertos problemas técnicos (como pasar de una franja amateur a una profesiona­l), se encontró con menos dificultad­es para realizar ajustes programáti­cos en segunda vuelta. Luego de vacilacion­es en la primera vuelta -preso del mismo clima artificial de opinión- debió reafirmar su carácter reformista, y clarificar y profundiza­r ciertas definicion­es en las áreas constituci­onal y de derechos sociales. El contundent­e 20% del Frente Amplio y el giro a la centroizqu­ierda de la DC despejaron cualquier duda sobre cuál debía ser su posicionam­iento. La remontada que debe realizar Guillier es monumental: su gran adversario es la abstención y cualquier fuga de votos, por pequeña que sea, puede ser fatal para sus posibilida­des.

Sea cual sea el desenlace, la primera vuelta clausuró el proyecto restaurado­r y autocompla­ciente de la derecha con el modelo, y puso una obligada agenda transforma­dora por delante –de muy compleja realizació­na la izquierda y a la centroizqu­ierda.

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