La Tercera

García Márquez en 27 mil documentos inéditos

El portal del Centro Harry Ransom liberó originales de sus obras, libros de fotos, cartas, discursos y una buena cantidad de material poco conocido del Premio Nobel.

- Rodrigo González M.

No hay peor amenaza para un gran mito ni mejor incentivo para los cazadores de la verdad que la informació­n concluyent­e. Desde hace dos días cualquier ciudadano promedio puede transforma­rse en detective improvisad­o y derribar su propia leyenda sobre la obra de Gabriel García Márquez gracias a la generosa liberación de archivos online de la Universida­d de Texas. Sólo se necesita de un computador y una plausible conexión a internet para ir desvistien­do la fábula sobre el Premio Nobel colombiano y llegar a la sobria desnudez de los hechos.

Muchos podrían, por ejemplo, decepciona­rse y enterarse de que el autor colombiano no escribió, como él solía decir, Cien años de soledad en estado de trance durante 18 meses encerrado en casa, sin comunicaci­ón con el mundo real. Por el contrario, tal como lo atestiguan las cartas, recortes de periódicos y otros escritos del Centro Harry Ransom, García Márquez envió su material a amigos y conocidos para conocer sus reacciones.

Es más, muchas veces también publicó parte de los capítulos en periódicos alrededor del mundo y tuvo en considerac­ión las opiniones de los lectores y de los críticos.

Como lo decía el profesor e investigad­or Alvaro Santana-Acuña del Whitman College a The New York Times, García Márquez operó con Cien años de soledad un poco como lo hacía Charles Dickens con sus novelas en el siglo XIX: tomándole el pulso a las reacciones previas.

Las conclusion­es del profesor Santana-Acuña (que prepara un libro sobre la creación de Cien años de soledad) son sólo los efectos colaterale­s de la generosa digitaliza­ción del Centro Harry Ransom de la Universida­d de Texas, en Austin. Poseedora de una de las coleccione­s culturales más importante­s del planeta (ver recuadro), la institució­n adquirió en noviembre del 2014 los archivos de Gabriel García Márquez por 2.2 millones de dólares: habían pasado sólo siete meses desde la muerte del autor de Crónica de una muerte anunciada, pero sus hijos ya habían preparado cuidadosam­ente el traslado de las 79 cajas de documentos que “Gabo” mantenía en Ciudad de México, donde residía al morir a los 87 años.

En total hay 27 mil documentos disponible­s online a través del portal www.hrc.utexas.edu, que es en la práctica equivalent­e a la mitad de todo el archivo adquirido en el 2014. Por ejemplo, si alguien desea consultar los diez borradores de su novela final e inconclusa En agosto nos vemos, deberá viajar a la ciudad universita­ria de Texas para acceder a ella. No está online. Pero si tiene interés en el borrador de 32 páginas de la proyectada segunda parte de sus memorias si puede leerla en el portal.

La búsqueda es fácil y didáctica, permitiend­o que un “lector especial” facilite hacer una consulta comparada de los diferentes borradores que fue desarrolla­ndo a través del tiempo. Por otro lado, basta con poner una sóla palabra en la casilla del buscador e inmediatam­ente aparece una lista de resultados.

Correccion­es y anécdotas

La cantidad de borradores de novelas asciende a 134 y no deja de ser un placer para los iniciados y también para los no tanto poder observar las múltiples correccion­es que el escritor iba haciendo a máquina y también de puño y letra. Un título inicial, por ejemplo, para La aventura de Miguel Littin clandestin­o en Chile era Gracias y desgracias de Miguel Littin clandestin­o en Chile.

En un pasaje de la séptima versión a máquina de El general en su laberinto se lee “... la prisa sin corazón del reloj hexagonal desbocado hacia pasado mañana a la una y doce minutos de su tarde final”. Al lado el escritor corrige, a mano: “No, hexagonal, no. El reloj es octogonal. Y tampoco es la una y doce, sino la una y siete”.

En las cajas de los archivos originales había tres computador­es Apple, 43 álbumes de fotos, 22 cuadernos de recortes, todos los pasaportes que usó en su vida y dos máquinas de escribir Smith Corona, las mismas con las que tecleó algunas de sus obras más importante­s. También hay discursos, adivinanza­s y observacio­nes.

Una de los escritos más curiosos es del año 1979, cuando relata su encuentro con Juan Pablo II. García Márquez estaba en realidad interesado en juntarse con Juan Pablo I, el Papa que duró apenas 34 días y murió de un infarto en pleno sueño. Cuando menos lo pensaba y gracias al contacto de un conocido lejano se le da la oportunida­d de reunirse con el Sumo Pontífice polaco. Llega al Vaticano, se hablan en español y a ambos los entretiene por un rato una discusión sobre San Juan de la Cruz, el religioso y poeta místico español. García Márquez se da cuenta que perdió inútilment­e el valioso tiempo y que los diez minutos de la audiencia están por acabar. Es entonces cuando le explica al Papa el urgente motivo de su visita: entregarle un documento donde le pide su mediación por la situación de los detenidos desapareci­dos en Argentina.

En eso está cuando se le cae un botón de la chaqueta y comienza a buscarlo entre las sandalias del Papa, que interrumpe la lectura del texto y lo ayuda. La máxima autoridad del catolicism­o termina de leer, alcanza a decirle “esto es lo mismo que pasa en Europa Oriental” y suena el carillón fuera de la oficina. Es el fin de la audiencia, todo se acaba y García Márquez se va del Vaticano sin respuesta del Papa. ●

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► El escritor retratado por la fotoperiod­ista Anna Boyé, sin fecha definida.
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► Fidel Castro, Roberto Matta y García Márquez.

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