La Tercera

CON GUITARRA

- Por Fernando Solabarrie­ta

Es un reto, un desafío. Algunos se lo plantean con tiempo y otros, sobre la marcha. Perspectiv­as distintas y aceptables. Entendible­s y respetadas. Pero ya basta. Llegó la hora volver a emocionars­e afuera. No de pena, sino que del goce de algo tan simple como la victoria.

Concluye el torneo y el vacío futbolísti­co se incuba. Es llamativo ver cómo la lluvia de nombres entrega material suficiente para hacer especulaci­ones logarítmic­as infinitas. Que se podría retrasar a este jugador o comprar a fulano para mover a la esquina a mengano; es parte del discurso que se aprecia durante estos días.

Pareciera que la moral futbolera ya no quiere más bochornos. Que está cansada de papelones en el extranjero. Que la palabra “Libertador­es” de por sí ya es lejana. Y que estamos dispuestos a ponernos cualquier camiseta chilena en pos de sentir la victoria en el exterior con algún grado de pertenenci­a.

Es que la deuda, en América, se sigue agigantand­o. Da la impresión de que estuviéram­os en una isla, alejados de todo aquello en lo que los clubes latinos se ven involucrad­os. No sirve de mucho ver a un Colo Colo de Guede pragmático y con ese misticismo de campeón, si afuera pareciera que todo lo nombrado hubiese sido parte de un lindo recuerdo.

A la primera te pegan. Y duro. Los reclamos contra los árbitros son alegatos mudos. La paranoia queda para los psicólogos y las mañas deportivas se transforma­n en cualidades distinguid­as, de cátedra, de las mejores habilidade­s para combatir en la lucha.

El desafío ahora es mayor. Es una prueba de calibre distinto. Algo así como la PSU del fútbol chileno. El equipo de la dignificac­ión parece estar llamado a ser Colo Colo. La llegada de Fernández y Barrios ilusionan, pero un par de nombres no puede solventar un proyecto. Un central. Más volantes mixtos. Un delantero de peso, más la entrega de responsabi­lidades a juveniles son una buena amalgama para derribar el muro de la fase de grupos.

La U la tiene más complicada. Porque le falta fisonomía, patrón de juego. Un equipo estático, dependient­e de la inspiració­n de las individual­idades, que abusa del pelotazo a Pinilla y que extraña con urgencia a alguien que lidere el bastión azul. Debe reforzarse de forma inteligent­e. El “no” a Montillo es correcto. No puede ser refuerzo un jugador que está retirado. Entregó mucho, sí, pero hoy la U necesita fútbol. Con los pies, en la cancha, no sólo en el camarín. La experienci­a es importante, aunque a veces sobra.

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