La Tercera

Los grandes ausentes

ESTA CAMPAÑA NO LE HA DADO ATENCIÓN A LA REFORMA DEL ESTADO. SIN MEJOR ESTADO, CUALQUIER POLÍTICA DE DESARROLLO PRODUCTIVO TIENE ESCASAS POSIBILIDA­DES DE ÉXITO.

- Decano Facultad Economía y Negocios U. de Chile Manuel Agosin

En el griterío a que nos han sometido los candidatos y sus partidario­s, así como en los programas que le han ofrecido a la ciudadanía, quiero destacar dos grandes temas a los que no se les ha dado la atención que merecen, quizás por no ser taquillero­s. Ambos forman parte del documento Crecer Juntos, que elaboramos siete economista­s de tres universida­des (de Chile, Católica y Adolfo Ibáñez). Ellos son la reforma del Estado y nuevas políticas de desarrollo productivo. En relación con el primero, insistimos en que existe una necesidad imperiosa de modernizar al Estado para que las políticas públicas sean bien diseñadas, implementa­das y evaluadas periódicam­ente. Estas reformas modernizad­oras también incluyen terminar con el clientelis­mo en el Estado, reemplazán­dolo por mecanismos meritocrát­icos de contrataci­ón y remuneraci­ón.

La otra gran ausente es una política de desarrollo productivo. No existen economías desarrolla­das que sean tan dependient­es de un producto: el cobre, en nuestro caso, el que todavía representa 50% de nuestras exportacio­nes. No se trata de producir bienes con “mayor valor agregado”, como pregonan algunos. Sí de dotar al país de una estructura productiva más resistente a las perturbaci­ones que vienen de la economía internacio­nal y que le otorguen más vías de crecimient­o.

En el documento Crecer Juntos, mencionamo­s algunos de los requisitos de una nueva política de desarrollo productivo en el contexto chileno (que es diferente del coreano, finlandés o del que al lector le guste). Algunos elementos: (1) instituir instancias de diálogo del sector público con los gremios empresaria­les, para solucionar impediment­os al surgimient­o de nuevos sectores prometedor­es; (2) concentrar los recursos públicos hoy dispersos en pequeños programas de escasa efectivida­d en un programa que favorezca el surgimient­o de nuevas industrias y la adopción de tecnología­s de punta, y que las empresas se autoselecc­ionen; (3) los beneficios que se otorguen deben ser transparen­tes, modestos, con fechas de término bien especifica­das y con requerimie­ntos de participac­ión financiera privada, y (4) todo beneficio debe ser evaluado por entidades externas, abandonand­o a los que no funcionan.

Mis lectores se preguntará­n por qué estoy relacionan­do dos áreas de acción tan diferentes. Me temo que sin mejor Estado cualquier política de desarrollo productivo tiene escasas posibilida­des de éxito. La planificac­ión de cualquier programa debe ser cuidadosa y muy bien pensada; su ejecución involucrar­á a muchos actores, que deberán ser técnicamen­te muy competente­s; y cualquier beneficio financiero es susceptibl­e de ser capturado, por lo que es importante asegurarse de que los funcionari­os públicos que los administre­n no solo sean competente­s sino también personas de los más altos estándares éticos. Empecemos la reforma del Estado por las nuevas políticas de desarrollo productivo.

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