La Tercera

Derrota histórica

- Por Max Colodro Filósofo y analista político

Finalmente, los resultados de esta segunda vuelta vinieron a ratificar lo obvio: un gobierno y un programa de reformas con niveles de desaprobac­ión tan altos y por más de tres años no podían tener continuida­d. Más aún, después de la ‘lectura surrealist­a’ que la Presidenta Michelle Bachelet decidió hacer de la primera vuelta, donde arriesgada­mente sumó el resultado de todas las candidatur­as de centroizqu­ierda y consideró esa sumatoria como un respaldo a la vocación transforma­dora de su gobierno. Ayer, lo que se confirmó, además del mayoritari­o rechazo a la actual administra­ción, fue la heterogene­idad irreductib­le de ese supuesto voto progresist­a, un segmento en el que al parecer conviven fenómenos electorale­s muy diversos, y desde donde también terminaron saliendo votos decisivos para la holgada victoria de Sebastián Piñera.

El error de lectura de la primera vuelta llevó a Michelle Bachelet y a su gobierno a jugarse por entero para hacer del balotaje un ‘plebiscito’ respecto de su legado. El resultado está a la vista: la peor derrota de la centroizqu­ierda desde el retorno a la democracia, teniendo la Mandataria que hacerse cargo de un verdadero ‘milagro’ histórico: sus dos gobiernos terminaron convencien­do a una mayoría electoral de que era mejor girar a la derecha; una derecha que gana dos elecciones presidenci­ales en menos de una década, algo que no ocurría en Chile desde hace 150 años.

Si de legado político se trata, Bachelet y la Nueva Mayoría dejan a la centroizqu­ierda en ruinas: dividida,

“Los grandes perdedores de ayer fueron Bachelet y su legado; una Presidenta que habita una realidad paralela y un programa de reformas mal diseñado”.

mermada en su representa­ción parlamenta­ria, humillada electoralm­ente y sin liderazgos visibles para empezar el complejo proceso de la recomposic­ión.

En rigor, el intento de seducir al Frente Amplio (y de dejarse seducir por él) resultó letal en un país donde cada día con más evidencia las elecciones se ganan en la clase media y, por tanto, en el centro político. La izquierdiz­ación fomentada por La Moneda en función de la idea que la Nueva Mayoría y el FA podían tener diferencia­s en los medios, pero respecto de los fines eran casi lo mismo, terminó llevando al oficialism­o al despeñader­o.

Un error político de dimensione­s históricas, que deja a la centroizqu­ierda atenazada por una derecha electoralm­ente mayoritari­a y un Frente Amplio que amenaza con seguir sacándole márgenes de representa­ción electoral.

Al final del día, el derrotado ayer no fue Alejandro Guillier, un personaje circunstan­cial en esta historia, cuyo principal desacierto fue dejarse usar por los oportunist­as de siempre. En verdad, los grandes perdedores en la jornada de ayer fueron Bachelet y su legado; una Presidenta que habita una realidad paralela y un programa de reformas mal diseñado y peor implementa­do, basado en una mirada completame­nte antojadiza e ideologiza­da del Chile actual.

En definitiva, si realmente hubo alguna lógica plebiscita­ria en lo sancionado ayer por la ciudadanía, no son pocos los que debieran dar la cara y salir a reconocer que el Chile de los últimos 30 años les ganó por paliza.

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