La Tercera

Una nueva incertidum­bre

LAS FUERZAS DE CENTRO Y DE IZQUIERDA INICIARÁN SU TRAVESÍA POR EL DESIERTO. SE ANUNCIA LARGA. NO PODRÁN ELUDIR UN DEBATE EN PROFUNDIDA­D SOBRE SU HERENCIA.

- Carlos Ominami Economista

Cualquiera menos Piñera” era el grito de guerra. No fue suficiente. En los sectores altos de Santiago se anima la fiesta. En los barrios populares reina la indiferenc­ia. El dólar bajará y la Bolsa recuperará la normalidad. Así será en el corto plazo. Pero, luego de las primeras semanas las cosas irán cambiando. A mediano plazo, es el triunfo de Piñera el que abre la mayor incertidum­bre. Sus propuestas son conocidas; correspond­en a las recetas conservado­ras tradiciona­les que ponen el énfasis en el crecimient­o y la ampliación de los espacios para los privados y las soluciones de mercado. Aquí, radican las dudas.

La coalición que lo apoya no tiene mayoría en ninguna de las dos cámaras y su influencia en las organizaci­ones sociales es escasa. Goza, es cierto, del apoyo abrumador del empresaria­do que siente que esta vez Piñera debe hacer un gobierno verdaderam­ente de “derecha” a diferencia de su primera administra­ción, considerad­a como una suerte de “quinto gobierno” de la Concertaci­ón. La tensión entre las dos o tres almas de la derecha será especialme­nte fuerte. Se unieron en torno a la posibilida­d de ganar con Piñera pero las broncas y los enconos no tardarán en aflorar.

Durante la campaña, especialme­nte entre primera y segunda vuelta Piñera debió hacer concesione­s importante­s. A contrapelo de sus posturas iniciales asumió la gratuidad, la necesidad de fortalecer el pilar solidario del sistema previsiona­l, la AFP estatal, la profundiza­ción del Acuerdo de Unión Civil y la crítica a abusos de las Isapres.

¿Simples promesas de campaña ante la posibilida­d de una derrota? A lo mejor, pero no le será fácil pasar por sobre los compromiso­s adquiridos. Las resistenci­as serán fuertes. A poco andar de su primer gobierno la movilizaci­ón estudianti­l trastocó sus planes y modificó la agenda nacional. Otro tanto puede ocurrir durante este segundo período que se inicia en marzo.

La oposición a Piñera será mucho más social que política. Las fuerzas de centro y de izquierda que gobernaron casi ininterrum­pidamente desde 1990 iniciarán su travesía por el desierto. Se anuncia larga. No podrán ahora eludir un debate en profundida­d sobre su herencia si quieren recuperar una opción a futuro. Las cuentas por cobrar son numerosas y abultadas. Esto le puede dar un respiro al nuevo gobierno. A la nueva izquierda representa­da hoy día por el Frente Amplio se le abre la oportunida­d de liderar la oposición. Tendrá sí que ser capaz de sacudirse de las acusacione­s de que con sus vacilacion­es y falta de compromiso con la campaña de Guillier facilitó el triunfo de la derecha. No será tarea fácil.

El gobierno empeñado en la recta final en transforma­r la elección en un plebiscito sobre su gestión cosecha una severa derrota. El castigo será duro: Bachelet nuevamente terciándol­e la banda a Sebastián Piñera. A fin de cuentas, un nuevo avatar en la larga, muy larga lucha por un Chile mejor.

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