EFECTOS DEL RESULTADO ELECTORAL
SEÑOR DIRECTOR
Los ritos democráticos de anoche coronaron una elección que la sociedad vivió a todo lo largo con normalidad y sin confrontaciones dramáticas. El dramatismo, las exageraciones, los discursos exaltados y las interpretaciones catastrofistas—de uno y otro lado—corrieron por cuenta de los habitantes de la esfera política. Es decir, las campañas, los candidatos a ratos, sus voceros, las coaliciones políticas que los apoyaban. Incluso el gobierno de la República que, durante las últimas semanas, se jugó entero por el candidato derrotado.
La derrota alcanzó así, innecesariamente, a la administración, el oficialismo y la Presidenta. Asimismo, puso fecha de extinción a la Nueva Mayoría. Aparece como una coalición dividida, ideológicamente confusa, sin proyección estratégica.
Anoche cayeron además también varios mitos urbanos, en particular el de una sociedad asfixiada por los malestares y ansiosa de desechar su rumbo del último cuarto de siglo.
El Presidente Piñera obtuvo una mayoría indiscutida para un mandato moderado. Debe reimpulsar el crecimiento de la economía y avanzar en políticas sociales bien diseñadas y más efectivas. Tendrá que corregir aspectos mal planteados de las reformas que hereda, sin pretender revertirlas o desprestigiarlas. Sobre todo, debe hacer un gobierno hacia el centro del electorado, donde está la gran mayoría de los que no votan y de quienes anoche sufragaron por el candidato vencedor y una fracción que acompañó a Guillier.
El futuro se halla cargado de desafíos. La centroizquierda, principal derrotada, jugará su destino en los próximos años. La centroderecha, victoriosa en esta vuelta, habrá de mostrar si ha madurado política y culturalmente; si es capaz de abrir una senda de acuerdos y si podrá llevar adelante la modernización del Estado y un fortalecimiento de la sociedad civil y de sus sectores menos favorecidos.
José Joaquín Brunner Exministro y académico UDP