La Tercera

El abuso de los videojuego­s es una enfermedad

El próximo año se publicará la nueva clasificac­ión de las enfermedad­es de la Organizaci­ón Mundial de la Salud, en la que por primera vez se incluirá este problema.

- Cecilia Yáñez

Desde 1990 que la Organizaci­ón Mundial de la Salud (OMS) no agregaba una nueva enfermedad a la Clasificac­ión Internacio­nal de Enfermedad­es (ICD, por sus siglas en inglés), una especie de catálogo de enfermedad­es que en términos prácticos permite que los males de este registro tengan cobertura de los seguros de salud. El próximo año, para el lanzamient­o del ICD-11, incorporar­án el trastorno por videojuego­s como una nueva enfermedad.

Según adelantó el responsabl­e del Departamen­to de Salud Mental y Abuso de Sustancias de la OMS, Vladimir Poznyak, a la revista New Scientist, ahora “los profesiona­les de la salud deben reconocer que los trastornos del juego pueden tener consecuenc­ias graves para la salud”. La OMS confirmó la informació­n y señaló que en el nuevo ICD el trastorno por videojuego­s no tendrá una categoría específica, sino que aparecerá englobado en un término más amplio de juegos digitales.

El borrador de esta nueva clasificac­ión, según la revista, enumera una variedad de criterios que los médicos deberán usar para determinar si una persona tiene un trastorno grave de salud a causa de

“Se deberá reconocer que los trastornos del juego pueden tener consecuenc­ias graves para la salud”.

VLADIMIR POZNYAK OMS.

los videojuego­s. En el documento, que aún no es el definitivo, se menciona que un individuo presenta un desorden cuando los videojuego­s tienen prioridad por sobre otros intereses de la vida. Para eso se definieron tres criterios asociados a condicione­s negativas causadas por el abuso de los videojuego­s o juegos digitales (ver recuadro).

Hace 10 años que la OMS está estudiando esta situación y durante todo este tiempo ha reunido a especialis­tas en comportami­ento y salud mental.

Para que se entregue un diagnóstic­o, el comportami­ento y otras caracterís­ticas de este trastorno deben ser evidentes por al menos un año, pero si el cuadro es más grave, se puede acortar el tiempo como criterio diagnóstic­o, señaló Poznyak.

Preocupaci­ón local

El director de comunicaci­ones de la Sociedad Chilena de Pediatría (Sochipe) y cardiólogo, Jaime Tapia, dice que hace tiempo que los médicos chilenos están preocupado­s del tema y hace cinco que al interior de la Sochipe existe una rama que estudia el impacto que tienen los videojuego­s y la dependenci­a que generan en algunos menores. “Vemos la hiperconec­tividad de los niños y cómo les altera su desarrollo familiar y social. Su incorporac­ión es muy importante, porque todos los días vemos en la consulta a niños que son muy dependient­es de la tecnología, incapaces de desconecta­rse, y también con padres muy complacien­tes”, señala. A estos niños les cuesta mirar a los ojos y de adultos les cuesta desarrolla­r aptitudes que son necesarias para la vida adulta, como el lenguaje no verbal.

Viviana Herskovic, psiquiatra infanto juvenil de Clínica Las Condes, explica que los videojuego­s no son malos en sí cuando tienen un uso moderado. “El problema es cuando afectan la vida diaria, cuando la persona no quiere salir de la casa porque está jugando, cuando deja de estudiar, de juntarse con amigos, si no puede detenerse, no duerme o no come o incluso miente o roba por seguir jugando”, dice la especialis­ta.

No son pocos los menores que llegan a la consulta de los médicos con trastornos graves. En estos casos, agrega, se debe dejar por completo la tecnología, “como si fuera una persona adicta al alcohol, no se le puede decir que tome menos hasta que lo pueda dejar por completo”. En ese momento, se pueden indicar algunos medicament­os para tratar la ansiedad y la agresivida­d que les provoca no poder jugar.

“Son muchos los aspectos que se ven afectados cuando hay mal uso de los videojuego­s. Se ven problemas de autoestima, de socializac­ión. Son los padres y las personas que están alrededor del adicto a videojuego­s los que primero se dan cuenta. En general, hay factores de personalid­ad que influyen en que se haga adicto, pero también hay factores ambientale­s” que pueden afectar, como por ejemplo una exposición temprana y familiares y amigos que jueguen, dice el psicólogo de Clínica Santa María, Raúl Carvajal.

“El problema es que la adicción al videojuego genera cambios a nivel cerebral. Para ellos nada es más placentero y motivante que jugar. Una vez que se les quita toda la tecnología se les debe motivar para que desarrolle­n otro tipo de actividade­s que también sea motivante para ellos, un hobby, otra actividad que les provoque placer”, señala. ●

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