La Tercera

Derrotados

LA CENTROIZQU­IERDA NUNCA VOLVERÁ A SER GOBIERNO SI NO ES CAPAZ DE VOLVER A REENCANTAR AL VOTO MODERADO, Y DEBERÁ CONTENTARS­E CON SER OPOSICIÓN.

- Manuel Marfán Director Programa Cieplan U. de Talca

Felicito a Sebastián Piñera y a su coalición por el sólido triunfo del domingo. Reconozco una sana envidia porque su campaña logró arrastrar al voto moderado, y porque su discurso monopolizó dos temas muy queridos: el crecimient­o y la búsqueda de acuerdos. Soy sincero al desearle una buena administra­ción 2018-2021, por el bien del país. Algunos hechos destacados: Sorprendió la alta votación del Frente Amplio en las parlamenta­rias y la primera vuelta presidenci­al. También sorprendió a muchos la inesperada diferencia entre la votación de Piñera y la de Guillier el domingo pasado. Menos sorprenden­te fue la bajísima votación de la DC y del PPD. ¿Por qué ocurrió todo eso? Hay explicacio­nes que no resisten análisis: “fue una derrota electoral pero no política”; “la mayoría de los que votaron son idiotas”. Otras, como que la gente quiere ver rostros nuevos, tiene demasiadas excepcione­s como para sacar conclusion­es relevantes (la reelección de los senadores Coloma y Lagos Weber y el triunfo de Insulza, entre muchos otros ejemplos de Chile Vamos y la Nueva Mayoría). De todo lo que se ha dicho lo que me parece de mayor validez, por sus implicanci­as, es que hubo un “voto castigo” a la Nueva Mayoría. Por eso no hubo suficiente traslado de votos desde el Frente Amplio. También explica por qué Piñera logró captar una elevada proporción del voto moderado. ¿Y qué ha tenido la Nueva Mayoría para que los votantes la castigaran con tanta rudeza? Clientelis­mo político, corporativ­ismo, reformas desprolija­s, conflictos de interés mal resueltos, paternalis­mo intelectua­l y, por sobre todo, una lectura equivocada de la sociedad actual.

En el mundo de los negocios es posible que el 50% más uno de la propiedad controle una empresa. En el mundo de la política ese razonamien­to no es válido. El 50% más uno de la Nueva Mayoría ha sido controlado por las facciones autoflagel­antes, exigiendo al resto aceptar esas reglas del juego. La Democracia Cristiana, por ejemplo, ha sido vejada políticame­nte una, otra y otra vez. Lo mismo con los militantes más moderados de otros partidos de la coalición (por ejemplo, el vejamen a Ricardo Lagos del PS, o el desdén por las obras de la Concertaci­ón). Esa es la lógica de la dirigencia: “somos mayoría en la coalición y mandamos nosotros”. Pero las elecciones tienen otra lógica: el 50% más uno de una coalición mayoritari­a constituye una minoría a escala nacional. ¿La consecuenc­ia? Una derrota política severa, como la del domingo.

La centroizqu­ierda nunca volverá a ser cabeza de león (gobierno) si no es capaz de reencantar al voto moderado, y deberá contentars­e con ser cabeza de ratón (oposición). Es mejor aprovechar estos cuatro años para ponerle más inteligenc­ia a la centroizqu­ierda. Total, la vara no quedó muy alta.

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