La Tercera

Reconstruc­ción: el catastro de las obras pendientes desde 2011

Del terremoto de 2010 solo quedan seis obras sin comenzar, en cambio, del de Coquimbo, ocurrido en 2015, aún faltan 1.437. Gobierno indica que se han emplazado 250 mil viviendas entre Arica y Los Lagos.

- Oriana Fernández G.

Chile es un país donde los desastres naturales son asumidos como parte del paisaje nacional. La poca planificac­ión urbana, al ubicar asentamien­tos cerca de áreas de riesgo, como cauces y quebradas, además de que sea el país más sísmico del mundo, han llevado a que se deban emprender procesos de reconstruc­ción de forma cada vez más frecuente.

Entre 2011 y lo que va de este año, aún se siguen edificando hogares y barrios, luego de 12 desastres naturales entre las regiones de Arica y Parinacota y Los Lagos. Entre las áreas afectadas están Valparaíso por los incendios de 2014; en la Región de Los Lagos las zonas cercanas al volcán Calbuco, tras la erupción de 2015, o Tocopilla, luego del aluvión del mismo año, entre otras (ver infografía).

De acuerdo al último catastro del Ministerio de la Vivienda (Minvu), se han entregado 261.200 subsidios habitacion­ales a los damnificad­os. De ese total, hay 250.235 obras que ya fueron entregadas. El resto está pendiente: 8.201 en curso y 2.764 no se han iniciado.

Dante Pancani, coordinado­r de la Reconstruc­ción de la cartera, sostiene que levantar obras en zonas alejadas o bien en áreas que no eran adecuadas llevó a que, además de casas, se debieran contemplar mejoramien­tos en el entorno de los barrios. Por ejemplo, en Valparaíso -ciudad que en los últimos dos años ha sufrido incendios de proporcion­esse debieron construir escaleras en los cerros para que la población se pueda desplazar en caso de una emergencia. También se revistiero­n los muros en algunos puntos para evitar derrumbes, lo que supone una labor que toma más tiempo en concretars­e. “Estamos muy conformes con lo que se ha hecho: se ha renovado el entorno de los sectores dañados y vemos que las personas afectadas ahora tienen hogares de mejor calidad”, dice Pancani.

Otra dificultad que se ha presentado cuando se quiere iniciar los trabajos es que en muchas localidade­s no existen compañías dedicadas a este tipo de proyectos habitacion­ales, o bien no hay mano de obra, pues hay empleos de mayor interés, como la minería.

El Minvu ha debido contactar a posibles interesado­s en organizar empresas pequeñas, las que realizan un trabajo de hormiga, pues edifican algunas pocas viviendas y no conjuntos masivos, lo que lleva a mayores demoras. Otro punto que la autoridad ha debido tomar en cuenta es que los vecinos han exigido construcci­ones en sus propios sitios, los que muchas veces están alejados de centros urbanos. Esto lleva a que se deban trasladar materiales hacia lugares de difícil acceso. Sin embargo, se ha logrado construir en lugares como Pica, Tierra Amarilla, Diego de Almagro o Chaitén (ahora asolada por la catástrofe de Villa Santa Lucía).

¿A cuánto asciende la inversión realizada por el Estado en estas comunas? A un total de M$ 2.528.368.053 (dos billones quinientos veintiocho mil tresciento­s sesenta y ocho millones cincuenta y tres mil pesos) entre 2011 y lo que va de 2017. La cifra equivale al presupuest­o de todo un año del Ministerio de Vivienda. La mayor parte de los recursos fue utilizada en la reconstruc­ción tras el mega-

terremoto de 2010, cuando la administra­ción pasada debió hacerse cargo de levantar pueblos completos.

Evaluación

Los urbanistas tienen una evaluación positiva sobre los procesos que han realizado. El académico e investigad­or del Instituto de Estudios Urbanos UC, Roberto Moris, quien ha trabajado en las áreas devastadas por los fenómenos naturales, sostiene que ha habido un aprendizaj­e para los gobiernos tras estos hechos. “La reconstruc­ción del 27/F tuvo como caracterís­tica el desarrollo de planes de reconstruc­ción con mirada urbana. Ahora, esa idea de planificac­ión es más clara. Antes, la reconstruc­ción se enfocaba sólo en la programaci­ón de las inversione­s”, plantea.

Moris da dos ejemplos de ciudades donde se han aplicado definicion­es más estratégic­as. Es el caso de Diego de Almagro, en la Región de Atacama, donde se realizó una actualizac­ión de las áreas de riesgo; obras de mitigación en caso de desborde del río Salado; proyectos residencia­les, de recreación y espacios públicos. Añade que en Chañaral, el total de inversione­s llegará a $ 55 mil millones en los próximos años (provenient­es de diversos sectores).

El académico y representa­nte del Colegio de Arquitecto­s, Sebastián Gray, agrega que preocupa que haya comunas que no contemplen una planificac­ión para identifica­r zonas de riesgo, la que debería ser obligatori­o luego de sucesivos desastres naturales. “Esto se debe aplicar porque vemos que existe un lobby del sector privado para construir en ciertos lugares, sin importar cuáles sean. Así, el interés superior de que las comunidade­s vivan en lugares seguros pasa a un segundo plano”. ●

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FUENTE: Ministerio de Vivienda y Urbanismo.. LA TERCERA
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