La Tercera

Bacheletis­mo prepara su travesía por el desierto

- Max Colodro Filósofo y analista político

Los colaborado­res más cercanos de Bachelet ya comenzaron a definir su futuro.

10-12

La Presidenta Bachelet ha confirmado que el gobierno presentará su proyecto de nueva Constituci­ón en el transcurso de enero. En paralelo, el rol opositor que el conjunto de las fuerzas de centroizqu­ierda debe asumir en marzo permite anticipar que el cambio constituci­onal mantendrá su centralida­d, volviendo a ser uno de sus ejes ordenadore­s más allá de la prioridad que el gobierno de Sebastián Piñera decida darle. No puede descartars­e, incluso, que la asamblea constituye­nte se reinstale como una de las principale­s demandas del movimiento social en los próximos años.

Aunque a primera vista no resulte evidente, la próxima administra­ción tiene aquí una enorme oportunida­d. Si efectivame­nte uno de sus objetivos políticos es construir una base de acuerdos transversa­l, estable y de largo plazo, nada asegura más dicha disposició­n que un nuevo pacto constituci­onal. En particular, en un ciclo donde la correlació­n a favor de Chile Vamos mejorará de manera significat­iva en la nueva legislatur­a, y con un gobierno que, tras una contundent­e victoria electoral, tiene una legitimida­d importante para defender sus posiciones.

Lo imprescind­ible es asumir que la controvers­ia constituci­onal que recorre a los actores políticos desde la derrota de la Concertaci­ón en 2010, no tiene más alternativ­a que ser zanjada en algún momento, y difícilmen­te la centrodere­cha se va a encontrar en una mejor situación para abordar este desafío que a partir de marzo. En efecto, si es genuina la convicción de que el Chile de las próximas décadas requiere una base institucio­nal de acuerdos amplios, reglas del juego legitimada­s que atenúen los riesgos de polarizaci­ón y de aventuras refundacio­nales, el horizonte político para ello hoy se observa óptimo.

Sin ir más lejos, las señales de colaboraci­ón con las nuevas autoridade­s emitidas por el expresiden­te Lagos y por sectores DC, también son funcionale­s en esta dirección. A su vez, la derrota de la Nueva Mayoría y la orfandad en que ha quedado el centro político pueden facilitar nuevas convergenc­ias. Así, el escenario para empezar a construir un consenso institucio­nal que permita dejar por fin atrás el Chile del Sí y del No, se ve ahora más despejado que hace cuatro años, entre otras cosas, porque el mayor equilibrio de fuerzas emanado de las urnas hace inviable cualquier tentación hegemónica.

El rol subsidiari­o del Estado en una sociedad cada día más globalizad­a, el imperio y el alcance de los derechos sociales, los quórums legislativ­os requeridos para aprobar ciertas materias, el papel que debe jugar a futuro el Tribunal Constituci­onal e, incluso, eventuales correccion­es a nuestro régimen presidenci­al, requieren una base de consensos que hoy no existe en nuestro sistema político. Sobre esa base, luego, surgen y se expresan los distintos proyectos de sociedad, visiones de país legítimas y diversas, pero que tienen un piso institucio­nal común, por lo que no suponen el riesgo de estar jugando el futuro a los dados cada cuatro años.

El escenario para construir un consenso institucio­nal se ve más despejado que hace cuatro años.

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