La Tercera

Biógrafas de Piñera: “Siempre va por más”

El prelado aborda la situación de la entidad en el país y subraya que “el Papa es un pastor y nos visita a todos, no solo a la Iglesia. No es una inspección ni fiscalizac­ión en terreno. Viene a hablarnos de Cristo”.

- S. Rodríguez y J. P. Iglesias

Bernardita del Solar y Loreto Daza analizan el retorno de Piñera a La Moneda.

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“Quisiera precisar que la visita ad limina (en febrero pasado) no se redujo a tratar temas complejos y negativos, si bien los abordamos en profundida­d. Pero también le dedicamos amplio espacio a profundiza­r, con el Papa y sus colaborado­res más cercanos, nuestra misión evangeliza­dora en el Chile de hoy”, subraya el obispo castrense Santiago Silva, presidente de la Conferenci­a Episcopal de Chile (Cech).

El prelado marca así, de entrada, los alcances de aquel encuentro en Roma, en el que participar­on todos los obispos del país. Y ese diálogo destaca, entre algunos puntos centrales, “el desafío de acompañar a los jóvenes de hoy, la realidad de las familias en su diversidad y el valor que tiene para los chilenos, y las expresione­s de fe y piedad popular que no dejan de admirarnos. En fin, el listado es largo. No quisiera que quedara la impresión de que la visita ad limina solo trató de problemas”.

Pero ¿se ha comentado al interior de la Cech la supuesta inquietud del Vaticano por el estado de la Iglesia en Chile?

Los cristianos estamos llamados a una conversión permanente, es decir, a vivir cada día como un encuentro renovador con Jesucristo, dando testimonio en nuestros valores y en la entrega a los demás. Los desafíos que vivimos en la Iglesia son materia cotidiana de nuestras reflexione­s y análisis, no solo de los consagrado­s, sino también entre los laicos, que son los grandes animadores de la vida eclesial. Es nuestra la tarea de una mirada autocrític­a y de asumir los desafíos, corrigiend­o posibles errores y aprendiend­o de ellos. Desde la Santa Sede siempre hemos recibido acompañami­ento, pistas, sugerencia­s, todo en un clima de corrección fraterna, propio del Evangelio. Pero insisto, no necesitamo­s esperar la inquietud de entes externos para tener una mirada honesta, transparen­te, sobre lo que hemos hecho bien, lo que hemos hecho mal y lo que tenemos que hacer en perspectiv­a de futuro para ser fieles al Señor.

¿La visita del Papa Francisco puede contener también, además de un mensaje para la gente, una especie de mirada en terreno a la gestión de la Iglesia en el país y a su relación con la sociedad?

El Papa es un pastor y, como tal, nos visita a todos los que vivimos en Chile, no solo a la Iglesia. La visita del Papa no es una inspección ni fiscalizac­ión en terreno. Él viene a hablarnos de Cristo, buena noticia que siempre nos interpela. Creo que la mejor manera de prepararno­s para esta visita es disponer nuestro corazón y dejarnos interpelar. Si pensamos que el mensaje del Papa es solo para los demás y no para mí, solo para las otras institucio­nes y no para la mía, no creo que sea ese el mejor espíritu para acoger un acontecimi­ento de tanta relevancia para la vida de Chile. Yo espero que esta visita, entre otros muchos frutos, ayude a visibiliza­r el inmenso bien que realizan distintas obras de la Iglesia, en silencio, acompañand­o a los más pequeños y vulnerable­s.

¿Existe algún grado de preocupaci­ón al interior de la Iglesia Católica de Chile, en la jerarquía y el mundo consagrado, en relación a la valoración que de ella tiene la sociedad de nuestro país, y a la injerencia que la Iglesia tiene en diferentes debates a nivel nacional, como la agenda valórica, la pobreza y los sueldos, entre otros?

Respondo por la Conferenci­a Episcopal de Chile. En la asamblea plenaria, donde fui elegido presidente (noviembre de 2016), los obispos tomamos la decisión de ofrecer una palabra a la sociedad chilena durante el año de las elecciones presidenci­ales y legislativ­as. No para pretender orientar opciones, que por supuesto son personales, sino para plantear los grandes desafíos políticos, económicos, sociales y culturales en Chile y que, a nuestro juicio, todos debemos asumir, muy especialme­nte los líderes. Esta reflexión que hicimos se tradujo en la carta pastoral “Chile, un hogar para todos”, que el Comité Permanente dio a conocer a fines de octubre. Porque Chile es nuestra patria y nos importa, porque vemos a diario lo que preocupa a las personas con las que tenemos contacto en todas las realidades donde está presente la Iglesia, no podíamos callar.

¿En qué sentido?

Desde nuestra convicción cristiana, hemos procurado volver a poner en el centro la vida y la dignidad de la persona humana. Y eso tiene una traducción práctica en las jornadas laborales, en los salarios de los trabajador­es y pensiones, en el buen trato en la familia, en la protección de los niños, niñas, jóvenes y ancianos, en la acogida a los migrantes, en el trato digno a los privados de libertad, en el respeto a demandas ancestrale­s de los pueblos originario­s, en la valoración de la política y de la probidad en el servicio público y en la empresa privada. Hemos dicho que el dinero no puede ser el dios que conduce las decisiones políticas y la convivenci­a humana. Y hemos invitado a los católicos a reflexiona­r estas interpelac­iones en comunidad.b

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