Fantasilandia llega a su cumpleaños 40
En pocas semanas, Fantasilandia, el primer parque de diversiones del país, cumplirá 40 años. Apodado por la prensa de la época como el “Disneylandia chileno”, abrió en enero de 1978 y desde entonces ha tenido 80 juegos y ha recibido más de 30 millones de
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Es jueves, pasadas las 10 de la mañana, y una fila de adolescentes se agolpa en la entrada de Fantasilandia, deseando que pasen rápido las dos horas que restan para que se abran las puertas del recinto, ubicado en pleno Parque O’Higgins. Han pasado casi 40 años desde que se inauguró el primer parque de diversiones del país, calificado por la prensa de la época como el “Disneylandia chileno”, y las ganas de adrenalina parecen no haber cesado.
Fue el 26 de enero de 1978 cuando se abrieron por primera vez las puertas del lugar. Olivia Nasser, coordinadora general del parque y funcionaria de la empresa desde hace 40 años, recuerda que la reacción de los visitantes superó todas las expectativas. “Fue una locura, se desbordó todo. Había 10 veces más personas de las que se esperaban, las filas pasaban varias cuadras, no había cajeros suficientes. No estábamos preparados para este boom inicial”, afirma.
Con solo ocho juegos, entre los que destacaban El Pulpo, la Mansión Siniestra, el Century 2000 y los autos chocadores, el público quedó deslumbrado y la voz se corrió rápidamente, no solo en Santiago, sino en el resto del país. “De todos los juegos, unos de los más recordados es El Pulpo, que se convirtió en un icono. Todavía llega gente preguntando por él y le decimos que se jubiló. La primera montaña rusa también causó mucho impacto, llegó nueve meses después y fue una locura, porque la mayoría de los chilenos nunca se había subido a algo así. Al principio, la gente salía pálida y había que contenerla”, recuerda Nasser.
Otro de los espectáculos que marcaron una época dentro del parque fue la Mansión Siniestra, y especialmente la participación de la Monga, una bailarina que se transfiguraba en orangután. Una de las anécdotas sobre este juego es que en una oportunidad un funcionario de la policía asistió con su familia, y ante la sorpresa de ver a la mujer convertirse en simio, sacó su arma de servicio para defenderse y fue la Monga quien salió corriendo al verse amenazada. “Yo, que había hecho el guión y había planeado el truco, me llevaron a la Monga, y cuando la vi pegué un grito feroz, imagínate la gente”, agrega Nasser.
El origen
La idea de crear un parque como Fantasilandia fue del empresario agrícola Gerardo Arteaga, quien a partir de dos anécdotas llegó a la convicción de que Santiago necesitaba un centro de atracciones. Primero, un sacerdote del Hogar de Cristo, Josse van der Rest, le ofreció venderle los autitos chocadores que había traído desde Europa, pero que estaban en desuso. Lo segundo fue un viaje a Brasil, donde conoció un centro de atracciones que fue su inspiración.
Con esas dos imágenes en la cabeza, Arteaga se contactó con el alcalde de la época, Patricio Mekis, y le propuso la idea. El edil aceptó y se acordó la concesión de un paño de 6,8 hectáreas que, en ese momento, llevaba abandonado 20 años. No obstante, debido a las aprensiones de los vecinos, que comenzaron a enviar cartas para evitar lo que consideraban “la destrucción del Parque O’Higgins”, las obras debieron realizarse en tiempo récord. En solo 115 días se montó el centro de diversiones y se importaron los primeros juegos.
Cuarenta años después, a modo de balance, por el lugar han pasado más de 30 millones de personas, han tenido 80 juegos distintos y son cerca de 300 millones los abordajes (veces en que un usuario se sube a un juego). Además, cada año se gastan US$ 2 millones en mantención para los 210 días que dura la temporada.
¿El mayor desafío? Renovarse en un perímetro tan acotado. La fórmula que encontraron fue reemplazar cada año los juegos más antiguos para instalar los nuevos. “Lo que tenemos es lo que hay. No podemos crecer, porque es el Parque O’Higgins y esta es la concesión. Nos gustaría tener más centros de comida y mayor infraestructura. Estamos muy limitados en ese sentido, entonces hay que ser súper creativos y adaptarse”, finalizó Nasser. ●