La Tercera

LOS DESAFÍOS DE LA NUEVA ETAPA POLÍTICA EN 2018

El gobierno entrante debe ser conciliado­r en el tono, pero no postergar la corrección de las trabas al crecimient­o que hereda, y ser hábil para demostrar las bondades de la economía libre y las políticas consistent­es con dicho modelo.

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El país ha entrado en una etapa de mayor tranquilid­ad tras las elecciones presidenci­ales. Quienes optaron por la candidatur­a de Sebastián Piñera, lo hicieron en el convencimi­ento de que con dicha opción se aleja una amenaza de deterioro económico continuado y polarizaci­ón política creciente. Para quienes votaron por Alejandro Guillier, llegaron tiempos de análisis y revisión de sus visiones, que, pueden anticipar, van a estar enmarcados en el contexto más conciliado­r y de búsqueda de consensos que pretende establecer el Presidente electo. Este solo cambio en el ánimo de la ciudadanía constituye un punto de partida favorable para la gestión de gobierno que va a iniciarse y para el desempeño general de las actividade­s de todo orden que ocupan a los ciudadanos.

Los resultados tan contundent­es de la elección también han contribuid­o a apaciguar inquietude­s, en la medida que confirman límites impuestos por la ciudadanía al deterioro institucio­nal que la política puede tratar de introducir.

El país ha expresado un claro rechazo a políticas, visiones y estilos confrontac­ionales. Los “Hasta la victoria siempre” o las intencione­s declaradas de “meter la mano a los bolsillos de los ricos”, enarbolado­s por Guillier para, supuestame­nte, atraer votación de un ideologiza­do Frente Amplio, revivieron fantasmas de épocas de violencia y dogmatismo, y movilizaro­n a una parte de la ciudadanía que no estaba participan­do en política, a defenderse de extremismo­s.

Asimismo, la elección parece haber dejado meridianam­ente claro que, ante el mal desempeño económico que ha acompañado a este gobierno, los votantes se volcaron en favor de quienes, desde la oposición, representa­ban mejor la posibilida­d de retomar el crecimient­o y mejoramien­to continuo en materia social. En definitiva, este proceso eleccionar­io permitió detectar que la mayoría en el país estaba dispuesta a movilizars­e para preservar lo que, tras décadas de progreso, percibe como las políticas probadas, moderadas, que van favorecien­do a todos los actores económicos y sociales.

Esta valoración del bienestar material por parte de la ciudadanía, es una protección fundamenta­l para el orden institucio­nal que mejor protege las libertades y la democracia, en la medida que una economía libre es claramente superior al estatismo en su capacidad de generar bienestar y progreso.

Pero este proceso eleccionar­io también ratificó elementos que mantienen preocupaci­ón por el futuro del país, y que constituye­n un desafío para las fuerzas políticas que accedieron al poder. Desde luego, está la evidencia sobre el impacto en las votaciones de las condicione­s económicas y sociales concretas e inmediatas. En provincias del norte, tradiciona­lmente de izquierda, el deterioro de cuatro años en las condicione­s laborales, especialme­nte agudo por tratarse de zonas mineras, se tradujo en enorme apoyo a la candidatur­a de Sebastián Piñera y en fuerte sanción a la coalición gobernante. Esto obliga, entonces, si se busca proyectar la institucio­nalidad libre, a ir más allá de una defensa abstracta de un modelo pro crecimient­o, para adoptar medidas concretas que aseguren que ese progreso es real y percibido en el corto plazo.

Desgraciad­amente, sin embargo, la mayoría ciudadana no asocia con claridad determinad­as políticas tributaria­s, laborales o relativas al rol del Estado, con una mayor capacidad de generar crecimient­o, empleo, remuneraci­ones y prestacion­es sociales. Y frente a esta necesidad de atraer a la ciudadanía a ciertas políticas, está la dificultad de quienes promueven el “modelo” económico social del país para demostrar las bondades superiores de este ordenamien­to institucio­nal, y de las políticas consistent­es con él.

Así, por ejemplo, ante una demanda por apoyo del Estado en materia de educación superior, no hay nada que indique que un buen sistema de becas y financiami­ento no pueda graduar mejor los apoyos y, de ser deseado, allegar los mismos recursos a quienes se favorece con un sistema de gratuidad. La diferencia que hace preferible las becas y financiami­ento es que permite canalizar subsidios sin dejar de tener un sistema competitiv­o, abierto a la participac­ión de prestadore­s privados, compatible con la autonomía académica de los centros de educación superior. En los hechos, sin embargo, la candidatur­a de Sebastián Piñera no logró mostrarse sensible a la necesidad de apoyar a estudiante­s en educación superior, salvo prometiend­o una gratuidad que representa una amenaza para la educación universita­ria, ahora proyectada sobre la educación técnico-profesiona­l.

El futuro no estará asegurado mientras la ciudadanía tenga dificultad­es para juzgar la importanci­a de ciertas políticas para el logro de sus objetivos, y mientras los partidario­s de una sociedad libre fallen en explicar adecuadame­nte la lógica de un sistema que permite resultados superiores.

El triunfo de la oposición y el tono que Sebastián Piñera está imprimiend­o a su llegada al poder, van dejando atrás una gestión de la Nueva Mayoría que resultó muy deficitari­a, en cuanto debilitó bases institucio­nales relevantes para el progreso del país, y buscó imponer, a costa de gran tensión, una visión minoritari­a y divisiva. Pero aun el extraordin­ario resultado electoral de la centrodere­cha, y el fuerte desprestig­io de los intentos refundacio­nales de la izquierda, no eliminan la amenaza estatista.

En definitiva, la fortaleza del orden libre sigue dependiend­o, como siempre, del desempeño de los gobiernos que lo representa­n, de su buen juicio y habilidad para convencer y asegurar las bases de esa institucio­nalidad. Este gobierno que llega tiene un desafío mayor, cuando tras cuatro años de Nueva Mayoría hay un evidente deterioro en aspectos claves para el funcionami­ento del sistema, que requiere acciones oportunas.

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