NUEVO GOBIERNO E IMPUESTOS CORPORATIVOS
Sería valioso que las futuras autoridades envíen señales de que no se ha debilitado la convicción de que una estructura impositiva más liviana es fundamental para retomar el crecimiento.
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La tendencia internacional en la última década ha estado marcada por una caída en los impuestos corporativos y la variable tributaria se ha transformado en un elemento clave para definir la competitividad de un país. Es por esta razón que los mercados recogieron con tanta efusividad el reciente triunfo del candidato de centroderecha, en cuyo programa se apostaba por reintegrar el esquema impositivo y “hacer converger gradualmente la tasa del impuesto de primera categoría a los niveles promedio de los países de la OCDE”.
Chile por años mantuvo un impuesto de primera categoría bajo y un sistema totalmente integrado entre empresas y personas, que generó altos incentivos para el ahorro y la inversión. El ahorro nacional, por ejemplo, gracias a esta y otras medidas (como la introducción del sistema de capitalización individual para las pensiones) escaló desde niveles de 5% del PIB, a mediados de los ´80, hasta alcanzar el 21,5% del PIB en el año 2014, previo a la implementación de la reforma.
Las escasas excepciones tributarias que existen en nuestro sistema impositivo, los bajos niveles de informalidad y los aumentos progresivos en la tasa de primera categoría nos ponen a la cabeza de la OCDE en recaudación de las empresas, llegando a casi 5% del PIB en 2015. Además, según un informe del organismo internacional, desde 2008 solo Chile, Grecia y Portugal han llevado adelante “un alza significativa” del impuesto corporativo, mientras que en 2016 únicamente Chile y Eslovenia subieron la carga tributaria a las empresas.
Sin embargo, en los últimos días ha trascendido que el equipo económico del Presidente electo estaría evaluando aplazar la baja en el impuesto de primera categoría y priorizar la integración total del sistema. Es un hecho que el espacio de maniobra fiscal es reducido luego del boom de gasto público impulsado por la administración saliente y la caída en la recaudación, producto del menor crecimiento económico y el menor precio del cobre. Además, el programa del Presidente Piñera involucra mayores gastos por US$ 14.000 millones, y para financiarlo se estima que US$ 7 mil millones deberán provenir de reasignaciones de programas públicos, todo lo cual genera crecientes presiones de recaudación.
Sin embargo, de ser efectiva la dilación en la rebaja del impuesto corporativo, sugeriría falta de convicción en los elementos que la economía requiere para retomar tasas de crecimiento elevadas. A pesar de que la nueva administración goza de mayores niveles de confianza de los inversionistas y su equipo económico es abiertamente pro mercado, y estos aspectos pueden sacar a la economía de la desaceleración prolongada en la que se encuentra, son insuficientes para garantizar un crecimiento potencial que retome niveles por sobre el 4%, sobre todo porque en paralelo las empresas deberán soportar las mayores cargas que impuso la reforma laboral y se enfrentan cada vez a mayores dificultades para llevar adelante sus proyectos de inversión.
Más aún, Chile seguiría avanzando en la dirección opuesta en materia de impuestos corporativos, mientras las economías de referencia compiten por atraer a las compañías con importantes rebajas impositivas, con Estados Unidos a la cabeza.