La Tercera

EL LEGADO QUE QUEDA EN EDUCACIÓN ESCOLAR

La nueva administra­ción debe estar abierta a introducir cambios profundos en caso de que el marco regulatori­o impulsado por la Nueva Mayoría lesione la calidad y diversidad de los proyectos educativos.

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El 31 de diciembre se cumplió uno de los hitos que estableció la ley que prohibió el lucro, el copago y la selección, al terminarse los establecim­ientos educaciona­les particular­es subvencion­ados con fines de lucro en nuestro país. Dicha tradición, instaurada hace casi ya un siglo (Ley de Educación Primaria Obligatori­a de 1920), con el fin de que la sociedad civil se involucrar­a en la provisión de educación para vastos sectores de la población que en ese momento no accedían a la educación escolar, permitió el desarrollo de un sistema educativo no solo líder en el contexto latinoamer­icano, sino que también fue visto como un modelo a imitar por la acelerada mejora de sus resultados. Sin embargo, el nuevo marco institucio­nal implementa­do se aleja completame­nte de los fundamento­s que dieron pie al desarrollo de nuestro sistema escolar.

Pese a que habrá que esperar algunos años para evaluar los reales efectos que significar­á esta reforma, la teoría, la evidencia empírica y el sentido común no dan margen al optimismo. Por ejemplo, las fuertes barreras a la apertura de nuevos establecim­ientos educaciona­les atenuarán los impactos que genera la competenci­a por lograr mejores resultados y empobrecer­á la libertad de elegir de las familias. Por su parte, la imposibili­dad de funcionar como institució­n con fines de lucro no logrará despertar los “espíritus animales” que tanto se necesitan para innovar en un área que no ha incorporad­o decididame­nte las posibilida­des que ofrece la tecnología en el proceso de aprendizaj­e de los alumnos. Asimismo, el hecho de que previo a la reforma 83 de cada 100 colegios sin fines de lucro fueran confesiona­les, demuestra que gran parte de los proyectos educativos laicos era con fines de lucro, lo que fue un aporte a la diversidad. Finalmente, la imposibili­dad de copago a las familias dejará el financiami­ento del sistema únicamente en manos del Estado y su capacidad de entregar más recursos poder sobre las demás prioridade­s que existan.

La nueva administra­ción debe reconocer estas dificultad­es. No basta, por ejemplo, con introducir un copago voluntario por parte de las familias, como se ha indicado. El hecho de que no exista selección, permitirá que familias que ex ante han decidido no hacer aportes, postular y ser aceptadas por colegios donde los apoderados hayan voluntaria­mente decidido entregar un monto mensual para apoyar la educación de sus hijos. Como se aprecia, a menos que se implemente­n cambios sistémicos importante­s, volver al escenario anterior no será sencillo.

El legado del segundo gobierno de la Presidenta Bachelet en la institucio­nalidad de la educación escolar particular subvencion­ada modificó profundame­nte los cimientos del sector que hoy educa al 55% de la matrícula escolar. Si la administra­ción de Piñera no comparte los objetivos ni los instrument­os de dichos cambios debiera considerar cambios igualmente profundos, que debieran implementa­rse de modo tal que no vuelvan a tensionar a los colegios y sus comunidade­s que hace muchos años no pueden enfocar su trabajo en mejorar los aprendizaj­es de sus alumnos.

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