PSU y acceso a la educación superior
Aunque cada día el acceso a la universidad en Chile es menos elitista y la PSU no es requerida en un conjunto de universidades, sigue vigente su importancia no solo para determinar el acceso a las instituciones más selectivas, sino también para definir el financiamiento estudiantil. Tres hechos deben considerarse para discutir el remplazo de la PSU: i) existe una fuerte correlación entre el puntaje de la PSU y la situación económica del estudiante; ii) el esfuerzo y vocación no se relaciona con la situación económica, y iii) aunque imperfectamente, la PSU predice el desempeño del estudiante promedio en la educación superior universitaria.
Estos hechos no son contradictorios y se dan porque la PSU, como virtualmente cualquier instrumento usado para seleccionar por potencial académico, no es capaz de aislar completamente la capacidad del individuo con sus condiciones sociales. En simple, el éxito en la universidad es producto de una mezcla de aptitud, esfuerzo, y conocimiento previo, siendo el conocimiento lo más claramente influido por la situación económica.
Cuando reconocemos que el rol de la selección no es entregar un premio por un camino recorrido, sino permitir el acceso a uno nuevo, sinuoso, que para un porcentaje enorme de los que acceden no termina, cabe aprovechar un instrumento que en parte predice la culminación exitosa.
Sin duda que a la PSU se le deben introducir mejoras, pero es bueno saber que no existe un único instrumento que tenga un poder predictivo de éxito en la educación terciaria sustancialmente mayor al que tiene esta prueba. Que tampoco existe una “bala de plata”, que simultáneamente aumente la inclusividad y sea un mejor predictor de éxito. Y que un instrumento estandarizado y objetivo, reduce el riesgo del acceso por contacto y amiguismo, que son potencialmente la mayor fuente de exclusión social.
En suma, la PSU es perfectible, pero ni su mejora ni su remplazo resolverán completamente los desafíos que tiene el acceso a la educación superior. El camino, además de la mejora, es complementar los criterios de selección con otros que no captura un instrumento como la PSU y que no se relacionan o lo hacen inversamente con el esfuerzo y la superación. El caso obvio es la condición socioeconómica. Sabiendo que el mismo puntaje en una prueba estandarizada requirió mayor esfuerzo cuando provino de un alumno más vulnerable, una fórmula que pondere el resultado de la prueba por la situación de vulnerabilidad puede corregir el sesgo económico de la PSU y aumentar el éxito de los seleccionados.
Por último, la discusión de los instrumentos de selección para la educación universitaria debe darse en el contexto donde más de la mitad de los alumnos de educación superior van a lo técnico profesional. La ausencia de instrumentos de selección en este sector ya no puede sostenerse. No solo se trata que la gratuidad genera más demanda que la que se puede proveer con garantía de calidad, sino que el acceso irrestricto explica que haya muchas instituciones en las que más del 50% de los alumnos desertan en el primer año.