La Tercera

¿Piñera, conservado­r?

PIÑERA NO ES CONSERVADO­R. ES SUFICIENTE­MENTE PRAGMÁTICO Y “MAINSTREAM” COMO PARA SITUARSE MEDIO A MEDIO ENTRE IZQUIERDAS Y DERECHAS “TONTAS” (ASÍ SE LAS CALIFICA).

- Alfredo Jocelyn-Holt

Suena extraño, extravagan­te quizá, para nosotros, calificar de conservado­r a Piñera, pero así la prensa extranjera, no solo la española, también la anglosajon­a, lo ve. Una posible explicació­n es que los europeos reservaría­n el término derecha solo para la extrema derecha, xenófoba y racista, que el recién electo no es. Aunque también puede ser que los europeos no entiendan mucho a un personaje tan local como nuestro próximo mandatario ni tampoco nuestra enredada historia. Cuesta entender que, en un país que valora la continuida­d, sus gobernante­s no sean conservado­res. No les ha sido posible desde que la DC e izquierda arremetier­an con todo en los años 60, y la dictadura luego refrendara.

Nuestra derecha actual data de ese choque. De ahí su progresism­o agresivo y el andar pregonando que el mundo se reduce a “winners” y “loosers”, el simplismo neoliberal viniéndole como anillo al dedo. Si ni siquiera a los más “tradiciona­listas” en Chile (e.g. Carlos Larraín Peña) les importa que se arrasen barrios tradiciona­les enteros -El Golf- para dar paso a ese estallido de entusiasmo “nouveau riche”, Sanhattan, que es, por lo demás, desde donde ha estado operando Piñera por años.

Si, incluso, cuesta imaginar de qué otra manera que auto-traicionán­dose la derecha habría podido sobrevivir todo este tiempo. Ese amplio arco izquierdis­ta hasta por ahí nomás, que va desde Ricardo Lagos a los beneficiad­os por Caval, podría decir lo mismo: sin un empuje dialéctico brutal contra lo establecid­o no se alcanza la “síntesis” necesaria, el “trickle down” o “goteo” que termina repartiend­o beneficios a moros y cristianos (si no lo entiende, Carlos Peña se lo puede explicar). Por eso el afán de Piñera en esta vuelta, de presentars­e como el continuado­r de aquellas recientes “dos décadas de oro de nuestra historia” como se estila decir, rol que pudo haber sido de Lagos (apoyado por la derecha) de no haberle ocurrido el percance que tuvo. Lo que no impidió, sin embargo, que muchos transversa­les beneficiad­os sintieran alivio la noche del 17-D.

No, Piñera no es conservado­r. Es suficiente­mente pragmático y “mainstream” como para situarse medio a medio entre izquierdas y derechas “tontas” (así se las califica). Según esta lógica, la izquierda dura estaría derrotada, y la derecha dura neutraliza­da con su tope de 8% (J.A. Kast). En cuanto a Ossandón y su “derecha social”, se verá cómo manejarlos en el camino, no siendo descartabl­e que La Moneda coquetee con cierto igualitari­smo antielitar­io. En el entretanto habrá que “recuperar la confianza” e insistir en la “mirada común” para que el país siga avanzando en la senda marcada treinta años atrás. Como pautara Fernando Barros al mismísimo Piñera en 2013: “Piñera es un producto de Pinochet de la misma manera que son los gobiernos de la Concertaci­ón”.

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