La Tercera

“El Papa Francisco está ayudando a derribar el muro entre norte y sur”

- Giovanni Maria Vian Director de L’Osservator­e Romano: Juan Paulo Iglesias, Roma

Para el director del diario oficial del Vaticano, la principal reforma del actual Pontífice apunta a la necesidad de evitar que la Iglesia se repliegue sobre sí misma. Por eso, asegura que con su decisión de vivir en la residencia de Santa Marta busca terminar con el aislamient­o que marcó al papado desde que los italianos ocuparon Roma.

Giovanni Maria Vian conoce bien el Vaticano. Desde hace más de 10 años dirige L’Osservator­e Romano, el diario oficial de la Santa Sede, y ha llevado a cabo una profunda transforma­ción del periódico. Una experienci­a que le ha permitido seguir de cerca los últimos cambios que ha enfrentado la Iglesia Católica, en especial desde la llegada de Jorge Mario Bergoglio al papado.

En su oficina, ubicada dentro de los muros vaticanos y a pasos de la Puerta Santa Ana, Vian recibió a La Tercera para hablar sobre el papado de Francisco, la fuerte influencia de papas como Pablo VI –cuya canonizaci­ón se concretarí­a en la segunda mitad del año- y la especial relación que el actual pontífice mantiene con su antecesor, Benedicto XVI. “Creo que es el mejor amigo que Bergoglio encontró aquí. Hay contactos permanente­s. Viven a medio kilómetro uno del otro”, asegura.

El Papa cumplirá en marzo cinco años a la cabeza de la Iglesia Católica. ¿Cómo evalúa este período y sus reformas?

Cada Papa reforma y es inevitable, porque hablando desde la experienci­a de un periódico sabemos que hay que cambiar siempre, si no se muere. Esto se puede aplicar también a una realidad completame­nte distinta como es la de la Iglesia. Evidenteme­nte Bergoglio ha sido elegido en un momento crítico, porque en la Iglesia de Roma no se había dado una renuncia de un Papa en seis siglos. Hay que decir que fue una renuncia en la quietud, no obligada por una crisis, pero la Curia estaba en un momento de escándalos. Entonces los cardenales decidieron elegir como obispo de Roma a alguien totalmente nuevo. Es el primer Papa americano, el primer Papa jesuita, el primer Papa que se llama Francisco. Muchas novedades. Sí, es un Papa reformador en muchos aspectos, pero la suya es principalm­ente una reforma sobre la manera de ser Iglesia, que busca recordar siempre que no es un organismo que puede replegarse sobre sí mismo sino que tiene que salir de sí mismo.

¿Esos cambios y reformas, cree que son los cambios que esperaban

los cardenales que lo eligieron?

Yo creo que sí. La reforma se está implantand­o y yo creo que finalmente saldrá una Iglesia renovada como salió después del Concilio con la gran reforma de Pablo VI. Ahora, hay también un cambio de estilo, porque Francisco quiere una Iglesia más sencilla, más coherente con el Concilio. Es el primer Papa que no ha participad­o en el Concilio, pero hay que decir que es hijo del Concilio. Su Papa de referencia es Pablo VI, esto es muy evidente. Yo diría que simbólicam­ente la reforma más visible ha sido la de elegir una residencia normal, no en el Palacio Apostólico sino en el albergue de Santa Marta, lo que es importante, no tanto por la sencillez. El problema del departamen­to papal es el aislamient­o. Con este paso, el Papa ha terminado con el trauma que entró en la sede apostólica cuando los italianos ocuparon Roma y el Papa se retiró al Palacio Apostólico. Basta un detalle: durante 60 años el Papa no puso el pie fuera de la Basílica. En Santa Marta de alguna manera vive en medio de la gente. Se sabe que al Papa le hubiera gustado vivir en medio de la ciudad, pero esto es imposible, por razones prácticas.

Es un Papa muy popular fuera de la Iglesia, pero ha enfrentado tensiones internas. ¿Por qué?

Sí, ha enfrentado tensiones, pero no hay que enfatizarl­as tanto. Su antecesor inmediato ha tenido muchas resistenci­as o Juan Pablo II que siempre tuvo oposicione­s desde el comienzo. Pablo VI y Juan XXIII tuvieron oposicione­s fuertísima­s, se les considerab­a comunistas, masones. No es una cosa nueva y es normal que las haya en un cuerpo tan amplio como la Iglesia Católica.

Pero ¿cree que existen posibilida­des de un cisma?

No, me parece una exageració­n.

¿Cómo ve su próximo viaje a Chile y Perú?

Es un viaje muy importante, porque él tiene esta visión de un continente único. Ha viajado mucho a América desde Estados Unidos hasta Chile, ahora.

¿Por qué cree que es importante?

Son países de tradición católica, países donde hay juventud. El Papa quiere con su presencia alentar a los católicos y también tender la mano a los que no se reconocen en la Iglesia.

¿Por qué cree que todavía no viaja a Argentina?

Hay que pensar que Pablo VI, que fue el primer Papa que viajó a todo el mundo, nunca volvió a su tierra natal y ni siquiera a su diócesis de Milán. Yo creo que el Papa no quiere instrument­alizacione­s y, además, recibe muchísimos compatriot­as suyos. No se puede decir que descuide Argentina, en absoluto. El sigue con mucha atención la situación de su país.

¿Cómo cree que se recordará este pontificad­o?

FIN AL AISLAMIENT­O

“Se sabe que al Papa le hubiera gustado vivir en medio de la ciudad, pero esto es imposible por razones prácticas”.

REFORMAS

“Es un Papa reformador en muchos aspectos, pero la suya es principalm­ente una reforma sobre la manera de ser Iglesia”.

Creo que la apertura, la reforma, la misión y el intento de hacer dialogar norte y sur. Me preguntaro­n al comienzo del pontificad­o qué se podía esperar y se me ocurrió una visión como dice usted histórica: como Juan Pablo II ayudó a derrumbar el muro entre este y oeste, este Papa está ayudando a derribar el muro entre norte y sur. Son interesant­es los viajes que está haciendo a Asia, a países donde los católicos son una minoría. Es un poco la teoría de las minorías creativas de las que hablaba Benedicto XVI.b

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