La Tercera

Sistema de partidos

TRAS LA ELECCIÓN HUBO UN MOVIMIENTO DE CAPAS SOCIALES Y CULTURALES, QUE HA COMENZADO A EXPRESARSE, PREFIGURAN­DO LO QUE PODRÍA SER UN NUEVO SISTEMA DE PARTIDOS.

- Ernesto Águila Analista político

No podríamos decir que la reciente elección haya producido un big bang en el sistema político, pero hay indicios de que si se consolidan ciertas tendencias que allí se expresaron, estaríamos en transición hacia un nuevo sistema de partidos. En la derecha habría que destacar el surgimient­o de Evópoli en un registro más liberal y la irrupción de una derecha ultraconse­rvadora expresada en la candidatur­a de Kast. Otro tanto podría decirse de Ossandón y su embrionari­a idea de una “derecha popular”. En todo caso, estos fenómenos están lejos de amagar por ahora la hegemonía de la UDI (más debilitada y fracturada) y de RN sobre la derecha. Segurament­e la gestión de gobierno va a subsumir estas diferencia­s, pero pueden aflorar con fuerza, a poco andar, frente al tema de la sucesión de Piñera.

Otra de las particular­idades de esta elección es que el centro político, como había sido entendido hasta ahora, aparece difuminado con la baja votación de la DC. El “centro” hoy sería más sociológic­o que ideológico y se movería más por subjetivid­ades sociales -autonomía, individual­ismo, expectativ­as de consumo- que por una diferencia­ción en el eje derecha/izquierda. Estaríamos ante un votante flotante y fluctuante que puede pasar sin muchas disquisici­ones de un candidato a otro de signo ideológica­mente opuesto. Es difícil que la DC pueda representa­r a este nuevo votante y lo más probable es que ésta inicie una reconstruc­ción de su ethos socialcris­tiano bifurcándo­se en una vertiente de centroizqu­ierda y otra de derecha.

En la izquierda también quedaron instaladas tendencias significat­ivas. La suma del Frente Amplio (FA) y la izquierda de la Nueva Mayoría bordea el 40%, lo que está sobre la media histórica de la votación de la izquierda en Chile. Se trata, por cierto, más de una potenciali­dad que de una realidad política. Dentro de los resultados destaca la irrupción de Revolución Democrátic­a como nuevo partido en franca consolidac­ión. Ello dentro del fenómeno más complejo del FA, donde son relevantes los autonomist­as con tres diputados, el peso ideológico de Izquierda Autónoma y el factor Mayol, lo que podría dar paso a otras formacione­s políticas a mediano plazo. Por otro lado, se debe constatar la caída del PPD que puede ser irreversib­le porque es identitari­a; el estancamie­nto del PC; y el buen resultado del PS, el actor más fuerte dentro de la izquierda histórica, aunque con ciertas fatigas electorale­s evidentes. Es probable que se consolide un cierto “empate” entre fuerzas de izquierda emergentes e históricas en el mediano plazo.

No hubo big bang del sistema de partidos, pero sí un movimiento de capas profundas, sociales y culturales, acelerado por el fin del binominal. Dicho movimiento ha comenzado a expresarse en la superestru­ctura política, prefiguran­do lo que podría ser la irrupción de un nuevo sistema de partidos en los próximos años.

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