La Tercera

Una discusión a velocidad imprudente

- José Rodríguez Rector Universida­d Andrés Bello

El pie en el acelerador y a una velocidad que claramente excede los límites razonables. Esa es la mejor manera en la que podría definirse la planificac­ión legislativ­a en lo relativo a la reforma a la educación superior. Según la programaci­ón de la Comisión de Educación ya la próxima semana debieran estar concluyend­o la votación en particular de la iniciativa (sus miembros han dicho que incluso puede que sesionen los viernes y sábados); luego debe pasar a la Comisión de Hacienda y la Sala del Senado. De ahí viene el tercer trámite constituci­onal en la Cámara de Diputados y luego de ello, como es altamente probable, pasaría a una comisión mixta. Todos esos trámites deben realizarse insólita y apuradamen­te antes de fin de mes.

Una velocidad que se explica solo por la proximidad del cambio de gobierno y del Congreso el 11 de marzo próximo. ¿Se justifica apurar un proyecto de reforma tan importante para Chile solo porque se quiere tenerlo listo antes de esa fecha? ¿Qué capacidad de análisis tendrán los parlamenta­rios con tan pocos días? ¿No debiéramos exigirle a nuestros parlamenta­rios que legislen de manera responsabl­e para evitar aprobar iniciativa­s que luego requieran otros proyectos de ley para corregirla­s?

La reforma que se plantea aprobar en estos escasos días ha tenido una serie de vaivenes que muestran su complejida­d, además de haber recibido críticas transversa­les de todos los actores que han ido a presentar a las distintas comisiones en el Congreso.

Fue por este rechazo generaliza­do que apenas nueve meses después de presentada, el propio gobierno debió ingresar una indicación sustitutiv­a que dividió el proyecto en dos; la Cámara de Diputados ingresó más de 500 indicacion­es y se hicieron también alrededor de 15 reservas de constituci­onalidad. Todo ello en solo un año y medio de tramitació­n parlamenta­ria (y más de tres de discusión).

Hoy, en el Senado, el proyecto tiene más de 700 indicacion­es entre las de parlamenta­rios y del propio gobierno ¿Podrán los senadores de la Comisión de Educación en estas escasas sesiones analizar en su justa medida todas esas indicacion­es y calcular responsabl­emente los impactos de cada artículo para el país?

Quizás sea tiempo de que nuestros parlamenta­rios se pregunten tras todas estas modificaci­ones, avances y retrocesos, si lograremos llegar a puerto con el proyecto que Chile espera y se merece o más que nada se están enfocando en cumplir plazos autoimpues­tos, motivados por temas totalmente ajenos al proyecto mismo y los beneficios de éste para la sociedad.

La educación es materia de la mayor importanci­a para los países por su gran impacto social, por ello las políticas educaciona­les se deben construir sobre la base de consensos mínimos que consideren las diversas visiones y sensibilid­ades. Lamentable­mente, esto no ha sucedido y claramente ello no es bueno para el país.

La política tiene sus códigos y hay que respetarlo­s, pero en ocasiones también se debe tener en cuenta que todo un país está mirándolos y que espera se comporten a la altura del desafío que tienen por delante: cambiar el sistema de educación superior, mejorarlo y con ello cambiar la vida de miles de estudiante­s y sus perspectiv­as futuras.

Es un gran desafío para abordar .... en solo dos semanas.

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