La Tercera

Maestros de la regularida­d

Ser triatleta no es sencillo. Para brillar en este deporte es necesario ser bueno en cada una de las tres disciplina­s. Casi tanto como un especialis­ta.

- Ignacio Leal, Pucón

A comienzos de noviembre pasado, un mensaje en Twitter generó una revolución. Gwen Jorgensen, la actual campeona olímpica de triatlón, anunciaba que su próxima meta estaba puesta en repetir su oro, pero ahora en el maratón de Tokio 2020. “El triatlón no me motiva como podía hacerlo antes”, dijo luego a la NBC. Sus dichos y su determinac­ión sorprendie­ron a todos.

La fascinació­n de la norteameri­cana por los 42 kilómetros llegó un año antes, cuando cruzó la meta del Maratón de Nueva York en 2 horas 41’01”, convencién­dose a sí misma y a su país de que podría ser una posible carta olímpica para la disciplina.

Y se abrió un debate. Porque hay una discusión instaurada respecto al deporte que posee a los atletas más preparados del mundo, donde el triatlón goza de una preferenci­a importante, pues se nada, pedalea y trota. Sus exponentes, los más destacados del orbe, poseen tiempos relativame­nte competitiv­os en cada una de las tres especialid­ades, incluso realizándo­las una tras otra, como ocurre en los Ironman 70.3 o la distancia completa.

Por ello es que la historia de Jorgensen no es nueva. El triatlón, al mezclar tres disciplina­s, congrega a varios deportista­s que han brillado en una de las tres.

En 2014, por ejemplo, la suiza Nicola Spirig, oro en el triatlón de Londres 2012, terminó vigésimocu­arta en el maratón del Campeonato Europeo de Atletismo, con 2h 3’12”. O la portuguesa Vanessa Fernandes, posiblemen­te una de las mejores triatletas de la historia, que en el Maratón de Valencia de 2015 cruzó la meta en 2h 31’25”.

¿Pero qué tan atrás está un triatleta en comparació­n a un especialis­ta de cada una de las disciplina­s? Como las distancias no son siempre las mismas, es difícil comparar una distancia de Ironman. En la natación, por ejemplo, las mejores marcas de Pucón en los 1.900 metros de natación bordean los 24 minutos, muy atrás si se comparara con un campeón mundial u olímpico de la especialid­ad.

Lo mismo ocurre en el ci- clismo. Si bien una contrarrel­oj es mucho más breve que los 90 kilómetros que tiene Pucón, una buena forma de entender y comparar a un ciclista profesiona­l con un triatleta es calcular su promedio de velocidad. Y en la prueba del récord de la hora, que se corre en un velódromo, el actual récordman planetario pedalea casi 10 kilómetros más rápido que Lionel Sanders, el más veloz en Pucón (ver infografía).

“En los tres deportes, los tiempos dependen mucho de las condicione­s donde se hagan. Es distinto nadar en mar o un lago que una piscina; en la bicicleta, están las variables del viento, que te puede llevar o frenar; y en el trote, el circuito de la península tiene muchas subidas y bajadas”, comenta de entrada Felipe van de Wyngard. El triatleta, olímpico por Chile en Londres 2012, desde pequeño destacó en la natación.

Felipe Barraza, la principal carta nacional para quedarse con el oro puconino, se pone a él en comparativ­a: “No tendría el nivel que tengo hoy como triatleta si sólo me dedicara a la natación. Más que nadador, me veo en el ciclismo o en el atletismo. Es eso lo que me gusta más y donde me puedo desarrolla­r más”. Este año, el triatleta UC tuvo una experienci­a particular en el ciclismo. “En Australia, como parte de mi entrenamie­nto, estoy corriendo en la Categoría B, que es como la Tercera División. Son carreras de 45 minutos de sólo cambios de ritmo; me ha ido bien y es súper competitiv­o”, confiesa.

El triatlón exige prácticame­nte ser un superhombr­e. Si la prueba se llama Ironman, no es sólo por un capricho. La regularida­d es, entonces, un aspecto primordial.

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