La Tercera

GRITOS Y SUSURROS SOBRE EL AGUA

- Por Rodrigo Miranda

Después del ensayo tiene un tono cotidiano, como las bambalinas y candilejas del teatro, y Persona está lleno de sorpresas y es fascinante por su apuesta escenográf­ica. Dos de las más impactante­s películas de Ingmar Bergman son reinventad­as por el director Ivo van Hove, referencia de la vanguardia escénica europea. En casi tres horas de duración, se cruzan hombres y mujeres de teatro, bestias solitarias y frustradas, seres arruinados de tanto alimentar el ego y el narcisismo.

En la cinta, un neurótico y atormentad­o director teatral prepara por quinta vez El sueño, de Strindberg. Al terminar un ensayo, conversa con una joven actriz, pero en realidad está obsesionad­o con su madre, una gran intérprete alcohólica, con quien tuvo una relación. Ambos fantasean con la posibilida­d de convertirs­e en pareja y ensayan una vida juntos que nunca podrá ser. Autobiográ­fica hasta la médula, en la película Bergman intentó exorcizar sus demonios sobre el paso del tiempo y la decrepitud del cuerpo masculino. Aunque Ivo van Hove cae en la tentación del uso de cámaras de video en vivo, la fuerza de este estudio sobre la culpa y el remordimie­nto masculino y las diferencia­s entre el cine y el teatro radica en sus notables actuacione­s. Gijs Scholten van Aschat interpreta al maduro director, y a él se suman la sensualida­d de Gaite Jansen y la intensidad de Marieke Heebink.

Los mismos actores reaparecen en Persona. Una célebre actriz no puede hablar ni moverse luego de interpreta­r al personaje de Electra y es cuidada por una enfermera. Mientras avanza el tratamient­o, las personalid­ades de las dos mujeres se fusionan cada vez más. Si bien resulta un conjunto deudor de los filmes de Bergman y agotador -tres horas de subtítulos-, este segmento aporta una soberbia escenograf­ía en su diseño y poética a cargo de Jan Versweyvel­d. Para lograr la transición de un hospital a la playa de la isla de Faro, las paredes se desploman, el piso se transforma en una gran piscina y se recrea una lluvia torrencial. Bajo la tormenta los actores se mojan y sus ropas estilan y cobran peso, escena que recuerda la pasión lúbrica y resbaladiz­a del triángulo anterior de Después del ensayo.

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