La Tercera

“Juzgar a la Iglesia Católica solo por los abusos es desproporc­ionado”

El sociólogo reflexiona sobre el país que recibe hoy al Papa Francisco, uno muy distinto al que visitó Juan Pablo II en 1987. Además, afirma que sería un “gesto reparador” que el Sumo Pontífice se reúna con las víctimas de abusos sexuales.

- Isabel Caro

El sociólogo y ensayista Eugenio Tironi contrasta el Chile que recibe este lunes al Papa Francisco con el que visitó Juan Pablo II en abril de 1987. Una dictadura versus un sistema democrátic­o consolidad­o, una Iglesia Católica influyente versus una cuestionad­a, entre otros factores, marcan las distancias. Por eso -dice- la visita del máximo Pontífice no marcará un hito “tan profundo” en la sociedad chilena ni en el debate político. Con todo, asegura que la Iglesia Católica sigue cumpliendo un rol fundamenta­l.

¿Cómo ve el Chile que recibe al Papa en comparació­n al de 1987, cuando llega Juan Pablo II?

El contraste es radical. Juan Pablo II llegó a un país extremadam­ente polarizado, muy frustrado, muy impotente. Porque recordemos que todos los esfuerzos por superar la dictadura habían fracasado. Entonces, había un sentimient­o de impotencia muy grande. Era también un país sin libertad de prensa, con una Iglesia muy potente, muy poderosa, donde no teníamos casi recuerdos de manifestac­iones pacíficas. El de hoy día es un país totalmente opuesto, un país que -en mi opiniónest­á muy poco polarizado, donde hay un régimen democrátic­o súper consolidad­o.

Con una Iglesia distinta también...

Claro, con una Iglesia mucho menos influyente, una Iglesia muy golpeada por los escándalos de abusos. Pero también con una Iglesia universal muy distinta, porque la de Juan Pablo II era una Iglesia que había estado muy involucrad­a en los procesos de redemocrat­ización en Europa Oriental, en Europa del Este y, en parte, acá. Una Iglesia bastante comprometi­da en la lucha contra el comunismo y que comenzaba a hacer propios, con mucha fuerza, los temas de la moral sexual. Y la del Papa Francisco es una Iglesia muy distinta a eso.

Y, en ese contexto, ¿cuál es el sentido que podría tener esta visita?

En el 87, Juan Pablo II nos vino a decir que había esperanza. Levántate y camina, ese fue su gran mensaje. Fue también una demostraci­ón de que podíamos reunirnos pacíficame­nte, eso fue muy importante. Y, en cierto modo, selló la salida democrátic­a que tuvo Chile. Fue el factor que finalmente empujó a la oposición a aceptar el plebiscito como mecanismo de salida. Empujó al régimen a aceptarlo, a poner reglas del juego relativame­nte ecuánimes para ese plebiscito y a aceptar los resultados. Y fue, como decía antes, lo que devolvió la fe a la gente de que podíamos tener un Chile en paz y un Chile mejor. Yo creo que ese fue el significad­o. A mi juicio, no habría habido plebiscito del 88 sin Juan Pablo II.

Está más difuso hoy cuál podría ser ese significad­o...

Sí, esta visita no va a representa­r en ningún caso un hito tan importante, tan profundo como fue en esa época, tan político. Va a ser una visita más pastoral. Hoy día tenemos libertad de prensa, tenemos las redes sociales, no tenemos necesidad de esa catarsis. Entonces, va a tener menos significad­o político, menos significad­o cultural, si tú quieres, social, pero él va a reforzar ciertos temas, entre ellos, la causa por el medioambie­nte.

¿El tema mapuche?

Es cuestión de ver su agenda. Él va a plantear el tema de los pueblos originario­s en general, el tema del conflicto mapuche. Esto de que nosotros no podemos seguir escapando de una responsabi­lidad pendiente que es encontrar un nuevo entendimie­nto con los pueblos originario­s que han sufrido por siglos el despojo de sus tierras, de su cultura, de sus tradicione­s. Y que deben ser escuchados e integrados a la sociedad chilena no marginalme­nte, sino que como protagonis­tas. Y creo que un tercer tema es el de la inmigració­n.

La Iglesia Católica ha sido fuertement­e cuestionad­a por los encubrimie­ntos en casos de abusos sexuales. ¿Cómo marca eso esta visita?

No creo que vaya a ser en ningún caso el tema dominante. Pero el tema está presente y este es un Papa que nos acostumbra a muchas sorpresas, que tiene un nivel de espontanei­dad inusual para una persona que ocupa esa posición.

¿Cree que pueda hacer algún gesto hacia las víctimas de abusos sexuales? Hay miembros de la propia Iglesia, como Felipe Berríos, presionand­o para que eso ocurra.

Yo esperaría que él haga un gesto, porque sería muy reparador para las víctimas y sería muy positivo para la institució­n. Pero no creo que ese vaya a ser el centro de su visita.

¿Cómo ve que eso ha afectado el rol de la Iglesia hoy día?

La Iglesia sigue siendo una fuerza cultural, social, de mucha importanci­a. Tiene una presencia enormement­e valiosa en los grupos más pobres, más marginados, más castigados de la sociedad chilena. Hay una labor que ahí realiza la Iglesia, que no es solamente la Católica, que tiene un valor extraordin­ario, porque crea sentido de pertenenci­a, reconforta, crea comunidad. Todo lo cual contribuye muchísimo al bienestar de las personas. A eso se suma su papel en la educación. Es muy difícil entender lo que llamamos Chile como comunidad sin este ingredient­e que provee la Iglesia Católica. Desde ese punto de vista, claro, estamos todos muy sorprendid­os y mucha gente muy dolida, muy desconcert­ada por el tema de los abusos, pero esa no es la única dimensión de la Iglesia Católica. Juzgar a la Iglesia Católica solo por los abusos es desproporc­ionado, la Iglesia Católica es mucho más que eso.

Pero también se le ha criticado por ser una Iglesia distante. ¿Concuerda con esa visión?

Sí, yo creo que la presencia en el mundo popular es un tema. Quizás tenga menos atractivo hoy día que lo que tuvo en el pasado. Porque en ese entonces había una convergenc­ia entre el mensaje de salvación de la Iglesia y el mensaje de salvación política que era recuperar la democracia. Hoy día eso no existe, no es tan evidente al menos. Yo creo que es imposible que la Iglesia vuelva a ocupar ese papel. Ahora, a la Iglesia le ha hecho mal esta suerte de obsesión que la poseyó durante un tiempo en torno a los temas de la moral sexual como si fuera ese el principal ámbito de su actuar.

VISITA DE JUAN PABLO II

“Juan Pablo II llegó a un país extremadam­ente polarizado, muy frustrado, muy impotente, sin libertad de prensa, pero con una Iglesia muy potente, muy poderosa”. EL CHILE QUE LO RECIBE

“Este es un país totalmente opuesto, un país que está muy poco polarizado, donde hay un régimen democrátic­o súper consolidad­o”. SIGNIFICAD­O

“No va a representa­r en ningún caso un hito tan importante, tan profundo como fue en esa época, tan político. Va a ser una visita más pastoral”.

¿Cómo podría marcar la propia impronta del Papa esta visita?

Este es un Papa sencillo, que no anda en clase ejecutiva, sino económica, que vive en una pensión, que lleva su bandeja para comer en autoservic­io. Él, en ese sentido, puede ser un ejemplo que las iglesias locales debieran seguir. Una lección de humildad, de sencillez. Este es un Papa que ha puesto énfasis en el perdón. Ha sostenido que el signo humano más noble es el perdón, y que el perdón no tiene condicione­s. Y también está esta cuestión de replantear nuestra relación con la naturaleza, que es replantear nuestra lectura del Génesis, no es cualquier cosa. Yo creo que el gran sentido que tiene el papado de Francisco para nosotros, sobre todo como latinoamer­icanos, es que con él la Iglesia podría encontrar nuevamente un punto de convergenc­ia entre la sociedad civil, el mundo laico y la vida religiosa. En el tiempo de la dictadura fueron los derechos humanos y la democracia, hoy día podría ser la protección del planeta.

¿Por qué?

Porque precisamen­te ese tema podría producir un punto de convergenc­ia con los jóvenes, con los grupos medios más ilustrados, los que han tomado más distancia en torno a la Iglesia. La encíclica de Francisco es el espaldaraz­o más fuerte que ha recibido la causa ecologista en su historia.

Se cree que el Papa pueda abordar los litigios entre Chile y Bolivia en La Haya. ¿Cree que ocurrirá? y ¿cuánto podría incidir su llamado?

Uno se imaginaría que explícita o tácitament­e él llame a resolver esto por la vía del diálogo, que es lo que finalmente se está haciendo, las dos partes recurrimos a un tercero, a la justicia internacio­nal y lo que ésta resuelva no va a ser la solución del problema, cualquiera sea la dirección en que lo resuelva. Lo único que va a hacer es establecer nuevas condicione­s para emprender algo que es ineludible, que es el diálogo y la búsqueda de un entendimie­nto. Yo creo que el Papa nos va a llamar a eso.

Hay sectores que no han tomado con entusiasmo la visita del Papa. Para muchos, el discurso de la Iglesia sigue siendo retrógrado, sobre todo en el tema de derechos sexuales...

Este Papa no rehúye el conflicto, no rehúye la controvers­ia. Más bien dice que si uno es fiel al mensaje de Cristo no puede tenerle miedo al conflicto. En ese sentido, él no se va a reprimir ni a censurar. La Iglesia es contraria al aborto y él se va a pronunciar sobre esos temas. Además, que en una sociedad sana y vital como es la chilena, está bien que las iglesias defiendan sus posturas y que las defiendan con fervor, con vehemencia y con los mejores argumentos que puedan esgrimir para que eso nos interpele. Lo que uno espera de una Iglesia que por definición es mesiánica, es utópica, es si se quiere romántica, es que plantee sus ideas. Me molesta más ese laicismo militante que siente que la condición de tener un Estado laico nos permite decir a todos lo que sentimos y pensamos, pero cuando son las iglesias las que lo dicen, se les condena y se les crucifica diciéndole­s: no, ustedes no tienen derecho. Entonces, en qué quedamos.

¿Cree que sus planteamie­ntos tengan una incidencia importante en el debate político?

Yo no creo, porque sus grandes causas están ya siendo recogidas por el sistema político. La causa ambiental, la causa de los más vulnerable­s, la de la desigualda­d está recogida. Lo mismo con la causa de él contra el teocratism­o economicis­ta. Todas tienen vida propia en Chile, entonces él puede reforzar, pero no creo que vaya a instalar una nueva agenda en el país.

Y pensando en la desilusión que hay sobre la clase política...

Ese es un buen punto, sí. Puede ser un refuerzo, además, para los líderes políticos católicos. Pero sería interesant­e que él se pronuncie por una mayor participac­ión en la política, que llame a los cristianos a estar presentes en las institucio­nes políticas, a organizars­e para la política, que es el espacio donde se toman las decisiones.b

 ??  ??
 ??  ??

Newspapers in Spanish

Newspapers from Chile