Pluralidad de visiones en la centroderecha
Si bien coordinar una coalición más amplia requerirá de un mayor esfuerzo, en la medida que las diferencias sean bien manejadas se ampliará la base electoral que da sustento al gobierno y habrá más reflexión sobre las políticas promovidas.
Un reportaje de este medio dio a conocer las distintas corrientes de la que hoy se nutre la centroderecha chilena, diversidad que fue fundamental para el contundente triunfo de la candidatura de Sebastián Piñera en la elección presidencial y que, ahora desde La Moneda, deberá ser correctamente encausada.
A grandes rasgos, es posible identificar una derecha ligada a los partidos más tradicionales (UDI y RN), además de lo que representó el candidato José Antonio Kast en la primera vuelta presidencial. Hay otra con una visión más liberal en lo valórico que, pese a tener menos notoriedad, siempre ha estado presente en los espacios académicos, y que hoy goza de mayor visibilidad gracias a Evópoli.
Las dos vertientes más novedosas han sido lo que algunos denominan localmente como “derecha “social”, con ciertos aspectos populistas, y el surgimiento de un ala con visiones más comunitaristas, vinculada al mundo socialcristianismo que en nuestro país históricamente monopolizó la Democracia Cristiana y que instituciones y académicos han aprovechado de copar ante el abandono de dichas posturas por parte de dicho partido.
Si bien estas distintas visiones de la derecha han coexistido en el tiempo, la dura derrota en las elecciones parlamentarias y presidenciales de 2013, además del fuerte componente ideológico del actual gobierno, movilizó voluntades y recursos que dieron mayor fuerza a cada una de estas expresiones. El intento por entender cómo un país que, pese a sus dificultades, había avanzado enormemente sobre la base de un modelo económico de libertades, podía sin embargo izquierdizarse de manera tan abrupta y en tan corto tiempo, ayudó a un proceso de reflexión y apertura a nuevas miradas que es, a todas luces, valioso.
Un fenómeno similar –en su momento para formar gobierno una vez terminado el régimen militarfue el que dio origen a los exitosos años de la Concertación como coalición política. Sin embargo, fue la falta de reflexión respecto a los nuevos desafíos del país y una actitud menos tolerante con la diversidad de visiones los que provocaron la debacle de dicho conglomerado, situación sobre la cual la centroderecha debiera sacar lecciones.
En el caso de la futura administración Piñera, esta diversidad tiene más beneficios que costos. Si bien coordinar una coalición más amplia requerirá de un mayor esfuerzo, en la medida que las diferencias sean bien manejadas se ampliará la base electoral que da sustento al gobierno y existirá una reflexión más profunda sobre la pertinencia y la visión de justicia de las políticas promovidas, lo que enriquecerá su formulación. Con todo, Piñera debe ser capaz de encauzar esa mayor pluralidad hacia los aspectos esenciales de una centroderecha moderna como son retomar los fundamentos económicos que permitirán volver a crecer y una preocupación por temas donde el sector tiene mucho que decir, tales como competencia y regulación, medio ambiente, cuestiones valóricas, entre otros. Solo así la diversidad ayudará a imprimir un sello diferenciador al segundo gobierno del Presidente Piñera y le permitirá proyectarse.