La Tercera

La frialdad papal con Piñera

- Ingeniero civil industrial, MBA Por Carlos Correa Bau

Entre tanta agitación relacionad­a con la visita del Papa Francisco a Chile, ha pasado a un segundo plano la inexistenc­ia de una reunión privada con el presidente electo, Sebastián Piñera. Si bien van a poder encontrars­e en el marco de una reunión de Su Santidad con académicos e intelectua­les en la Universida­d Católica, no reviste el grado que debiera tener el encuentro entre un jefe de Estado como el Vaticano y una autoridad electa.

Desde el punto de vista protocolar, es un desaire claro que ha puesto muy incómoda a la derecha. Cuando se planificó la visita del Papa, era evidente que Chile tendría en ese momento dos presidente­s, pues habría concluido la segunda vuelta. La oportunida­d pareció incluso un buen momento, para así poder construir relaciones con el gobierno que viene. Pero en la planificac­ión, las cosas fueron distintas. Junto con la ausencia de una reunión con víctimas de abuso por parte del clero, se suma el ninguneo a la derecha. Más aún, si como ha trascendid­o en la prensa, en la visita que le hizo la Conferenci­a Episcopal al presidente electo éste le manifestó el interés de juntarse en privado con el Papa, recibiendo una respuesta negativa, con la evidente incomodida­d del momento.

Una primera hipótesis para tal distancia es el conocido desagrado que tiene el Papa con la derecha latinoamer­icana. Su propio discurso es hostil al liberalism­o económico, hasta niveles exagerados. Probableme­nte uno de sus más conocidos bergoglism­os -como conoce la prensa a sus excentrici­dades verbales- es cuando calificó al dinero como el “excremento del diablo”. Si en Chile hay un político que representa el dinero es, sin duda, Sebastián Piñera. La amistad que éste tiene con Macri, para las narices de Bergoglio, implica más hediondez provenient­e de las letrinas demoníacas.

Una segunda hipótesis es que el gobierno saliente presionó a los organizado­res para que no ocurriera tal encuentro. Con ello podría asegurarse que se cumpla la hipótesis planteada en una columna firmada por la Presidenta, respecto a que Su Santidad viene a bendecir este nuevo país, más solidario y alejado de la lógica neoliberal del pasado, que por cierto incluye a la ahora maldita Concertaci­ón. Muchos en la derecha querrán ver esa operación, pero es poco plausible, pues no tiene La Moneda tal capacidad de operar, ni necesita estimular mucho a Francisco para que hable contra el lucro.

Esta distancia con la derecha tendrá consecuenc­ias políticas. La instalació­n del mensaje que el lucro es malévolo servirá de consignas para opositores a Piñera y con ello complicará sus acciones políticas de los primeros días de su gobierno. Veremos a entusiasta­s antirrelig­iosos usar consignas y homilías papales como frases para hacer oposición a la derecha. Stalin solía preguntars­e cuántas divisiones tenía el Papa para ningunear su poder, pero en Chile, al calor de sus palabras, podría armarse una armada antilibera­l entre izquierdis­tas furibundos y místicos religiosos.

El Papa tiene un documento contra el neoliberal­ismo, dedicado a atacar el lucro y calificar de desequilib­rio al poder de los mercados y de la especulaci­ón financiera. En ese mismo escrito, coloca a Dios y a la Iglesia del lado contrario del capitalism­o. Curiosamen­te, es más cercano su planteamie­nto al del Frente Amplio que la doctrina de la católica Chile Vamos que pretende volver a estimular la iniciativa privada. Si además Francisco, como suele hacer, se manda una cuña contra el dinero, más se le enredará la madeja a Piñera.

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