La Tercera

Entre la renuncia y la rehabilita­ción

La presencia del obispo de Osorno en los actos de ayer despertaro­n dudas y polémicas.

- Por Juan Paulo Iglesias, desde la comitiva papal

“No será una visita simple”, dijo el secretario de Estado vaticano, Pietro Parolin, antes de embarcarse hacia Chile junto al Papa. Y los sucesos del segundo día de actividade­s lo dejaron claro, aunque fue otro tema el que concentró la atención de muchos vaticanist­as que acompañan al Papa, más allá del pedido de perdón de Francisco por los abusos y el fuerte mensaje al clero que pronunció en la Catedral: la situación del obispo de Osorno, Juan Barros.

La presencia del prelado en la misa que ofició el Pontífice sólo minutos después de su primer discurso en el Palacio de La Moneda fue el tema de varios medios especializ­ados que cubren la visita y comentario obligado en la sala de prensa. Para el periodista Joshua McElwee, del National Catholic Reporter, la situación del prelado y la molestia contra la Iglesia generó “una atmósfera en Santiago que no se había observado en ninguno de los otros 21 viajes” de Jorge Mario Bergoglio al extranjero en sus casi cinco años de Pontificad­o.

La carta del Papa revelada sólo días antes de su llegada a Santiago y donde expresaba a los obispos chilenos su preocupaci­ón por el tema –y cuyo contenido no ha sido desmentido por la Santa Sede- sólo vino a alimentar más el clima de tensión que ha rodeado la situación. Para el vaticanist­a del diario La Stampa, Andrea Tornielli, y uno de los veteranos de los viajes papales, el documento de 2015 revela que el Papa tenía otra idea y estaba bien consciente del problema. “Pero es claro también que el Papa no puede sacar a un obispo sólo porque la gente lo dice”, agrega Tornielli, aunque “creo que un hombre de fe tendría que pensar en el bien de sus fieles y de la diócesis y que si representa un tema de resistenci­a, de división, tendría que reconocerl­o y decir me voy por un año, dos años, hasta que baje la tensión”.

Sin embargo, otros vaticanist­as difieren de Tornielli y aseguran que es el propio Francisco quien se muestra decidido a mantenerlo. “Creo que el plan ha sido mostrar que Barros es un obispo como los otros”, asegura el biógrafo del Papa y fundador de Voces Católicas, Austen Ivereigh, porque, según él, “el Papa cree en su inocencia”.

“Era importante para el Papa que Barros estuviera presente en los actos de hoy y que apareciera como un obispo más”, agrega el periodista británico.

Ivereigh va incluso más allá: “Creo que este hecho, junto con el hecho de que el obispo Barros dio varias en-

trevistas hace que considere lo que sucedió como la rehabilita­ción de monseñor Barros”.

En la misma línea de Ivereigh, otros vaticanist­as aseguran que es el propio Pontífice y no Barros quien ha mostrado una posición más dura para que el prelado siga en Osorno. Para Tornielli, sin embargo, consideran­do las consecuenc­ias que ha tenido el caso y la situación en que se encuentra la Iglesia chilena, “lo que se necesitarí­a sería un mínimo de conciencia eclesial y de saber que ninguno es indispensa­ble (…). La humildad sería la clave para solucionar el caso de Barros”.b

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► El Papa junto a los obispos chilenos en la Catedral Metropolit­ana.

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