La Roja de los sin club
Diecisiete jugadores libres representarán a Chile en el VIII FIFPro de América. Hans Martínez, Waldo Ponce y Francisco Pizarro, entre varios, buscarán en el torneo la oportunidad de acabar con su cesantía.
Nadie sale indemne a los azotes del tiempo. Al que avanza de manera inexorable en el reloj y que se vuelve cada vez más inestable en la parte alta de la atmósfera, pero este último es el que da un inusual respiro un día de enero. Magnánimo, otorga cielo cubierto y viento fresco a aquellos quienes sufren, en esta etapa de sus vidas, el paso de los días alejados de la profesión que aman. Que se ubican, pese a sus esfuerzos, a la vera del fútbol rentado. Son los jugadores sin club, que esperan una nueva oportunidad — o última en muchos casos— para brillar sobre una cancha de fútbol.
El césped del INAF recibe a un grupo de futbolistas que se prepara para el VIII FIFpro de América. El torneo, que se disputará hoy y mañana en Paraguay, contará con selecciones formadas íntegramente por jugadores libres de diversos países. Una chance perfecta para mostrarse a los veedores, tanto nacionales como internacionales, que asistirán a la cita y así poder darle un nuevo envión a sus carreras.
Chile estará representado por varios que alguna vez fueron cotizados fuertemente. Hans Martínez, Waldo Ponce y Francisco Pizarro, son los más renombrados. Todos dirigidos por Rodrigo Meléndez. Kalule es quien selecciona y entrena, quien mueve los hilos. La iniciativa es apoyada y respaldada por el Sifup, siendo una de las piedras angulares en el proyecto de Gamadiel García, que busca proteger a los jugadores libres y a los que están en retiro.
“A mí me hubiese encantado no haber participado en este torneo por no tener jugadores cesantes”, señala convencido García. La mirada del presidente del Sindicato de Futbolistas deja entrever que tal eventualidad es imposible, por lo que se apresura en complementar con la importancia del torneo: “Se abre el campo, no sólo a nivel nacional sino internacional, para que veedores de distintas partes puedan ver nuestro producto. Porque llevamos uno bueno. Son buenos jugadores”.
Cada opción vale para mantener viva la ilusión y alejar la amenaza de la inactividad. El temor a no jugar más es latente y puede abrumar el ánimo de los desprevenidos. De quienes, quizás, no tengan un pasado exitoso al cual aferrarse. Incluso Hans Martínez (31), que marcó el histórico gol que le dio a la Roja sub 20 el bronce en Canadá 2007 y se coronó campeón con Universidad Católica en 2010, también lo tiene. “Yo, que he estado prácticamente toda mi vida inmerso en el fútbol, sin lugar a dudas tengo mucho miedo de no poder jugar. Da mucha nostalgia y tristeza, pero uno debe ser fuerte, debe entender que esto es así y por algo pasan las cosas. Por eso he estado con mentalidad positiva, ilusionado de que algo va a salir”, señala el defensor.
No existe una sola explicación para responder por qué un jugador queda sin trabajo. Ni tampoco un perfil único de futbolista que vea cómo el reposo atrofia un cuerpo acostumbrado al alto nivel. Sólo pasa lo de siempre: la vida misma. “Sabes que el fútbol es así. De repente llegas a manos de técnicos que no gustan de tu estilo de juego y los otros clubes se hacen una idea de que te lesionas mucho, lo cual no es así, sólo lo normal. Entonces, uno que está metido en el fútbol, sabe que puede pasar. Que no hay chances para bajar los brazos, porque a la primera no te perdonan”, comenta, casi en un susurro, Martínez. El zaguero parece decepcionado y lo deja saber: “El tiempo libre no mata la pasión. Eso nunca muere. El futbolista siempre amará el fútbol, pero sí hace desilusionarte de varias personas que estaban a tu lado y que se van alejando de repente; de gente que habla de ti sin conocerte. El ambiente del fútbol profesional es bastante sucio”. El último equipo del zaguero fue Audax Italiano, hace ya seis meses.
Quien hace poco se unió a este grupo fue Francisco Pizarro (28). Proveniente del Potros, club de la liga de ascenso de México, el Conquistador no pudo renovar contrato debido a razones externas, que lo obligaron a retornar a Chile.
Con el Transición aún disputándose, quedó cesante: “A veces estamos en lo más alto y en otras ocasiones estás sin trabajo, pero hay que adaptarse a la situación. Son momentos y etapas que el futbolista debe vivir”. El delantero habla con la confianza propia de quien sabe que una oferta llegará: “Sé que alguien me pegará un llamado, nunca falta”.
Su distancia con el fútbol es reciente y por diferencias de calendarios. No obstante, existen otros casos donde la edad y los golpes son las razones de un retiro no oficial, aunque casi palpable. Waldo Ponce (35) lo sabe. El mundialista de Sudáfrica 2010 fue víctima de graves lesiones que fueron mermando su carrera. ¿Su último club? Universidad de Concepción, el año pasado. No niega que la situación actual es una señal dura de que el retiro es inminente. “No lo desconozco, eso está latente. No reniego de decir ‘puchas, me tengo que retirar’. Tengo la suerte de haber sido ordenado durante mi vida y así tener un colchón, una base para poder hacer otras cosas”, asume.
Jamás terminan de buscar el camino al éxito, ni tampoco la vía para escapar al adiós definitivo. La esperanza es la que los mueve y la que los condena. “¿Qué es lo que haces tú desde los nueve años y que nunca has dejado de hacer en tu vida? Dejé la básica, la media, el instituto profesional, pero en todo momento me acompañó el fútbol. ¿Cómo no les va a ser difícil dejarlo? Pregúntale a cualquiera de los muchachos acá: siempre estará la ilusión de agarrar un equipo y triunfar”, cierra García.
Cada ejercicio realizado en solitario, cada sesión física y futbolística sirve para alejar la desesperanza y la tristeza. “Es la única manera de sacarte un poco de eso”, asevera Martínez. “Creo que no existe nada que te pueda aliviar esa tristeza de no poder entrar a un estadio, de no poder sentir al hincha. Todo lo que se vive dentro de una cancha es lo que uno quiere volver a vivir. Estoy luchando para volverlo a vivir”, remata, al igual que todos los de la otra Roja. Esa, la de los sin club.