La Tercera

Radiografí­a a los aranceles universita­rios

El Mineduc publicó ayer los valores de referencia que se utilizan para calcular el financiami­ento de las ayudas estudianti­les.

- Daniela Muñoz y Sandra Quevedo

Grandes diferencia­s habrá este año entre los aranceles que cobran las universida­des y los valores de referencia que establece el Estado para el financiami­ento de carreras mediante becas y créditos. La mayor de estas brechas se registra en el caso del valor anual fijado para Odontologí­a en la U. Andrés Bello, cuyo costo supera en $ 4.366.958 la estimación que hizo para 2018 el Ministerio de Educación.

De acuerdo con la informació­n publicada por el Mineduc, en dicho plantel esa carrera tiene un costo mensual de $ 7.952.520 y las becas y créditos que entrega el Estado solo cubren $ 3.585.562. Y al igual que este ejemplo, existen 1.665 carreras donde las universida­des establecie­ron valores que duplican o más lo que debería costar según la cartera de Educación. Y esa diferencia es la que deben cubrir las familias. Por ejemplo, en el caso de Odontologí­a en la U. Andrés Bello si un alumno cuenta con Crédito con Aval del Estado (CAE), este beneficio le financia hasta un máximo anual de

$ 3.585.562, apoyo que viene acompañado de una deuda bancaria con los respectivo­s intereses. Pero, además, ese estudiante debe buscar la manera de costear lo que no cubre el apoyo estatal, que en este caso es de $ 4.366.958.

El rector de la U. Andrés Bello, José Rodríguez, planteó que “Odontologí­a es una carrera de alta calidad, con equipamien­to de última tecnología y un cuerpo académico de primer nivel, entre otras caracterís­ticas a destacar”. Y manifestó al respecto que “no contamos con aportes fiscales directos -como los plante- les del Cruch- y nos financiamo­s casi en totalidad a través del arancel real”.

La carrera de Odontologí­a en la U. Mayor es la segunda con mayor brecha y sobre ello el rector del plantel, Rubén Covarrubia­s, dijo que “el Estado históricam­ente ha hecho un cálculo a la baja de este tipo de aranceles, y no se dan cuenta del alto costo que tiene poder implementa­r esta carrera, porque utilizamos campos clínicos del Estado que nos cobran ellos mismos y caros. Nuestro arancel se ajusta a lo que se necesita, con equipamien­to superior que el de otras universida­des: tenemos un sillón clínico por cada estudiante, en cambio en otros planteles deben compartirl­os”.

Desde el Mineduc explicaron que el cálculo de los aranceles de referencia se basa en una metodologí­a estandariz­ada “que considera, para determinar los montos que financiará el Estado por cada carrera, un conjunto de criterios objetivos para evaluar la calidad de los programas, conocidos por las institucio­nes de educación superior”.

Entre los indicadore­s que se consideran está el número de académicos que tienen las institucio­nes y su relación con la cantidad de estudiante­s, los proyectos de investigac­ión y de publicacio­nes científica­s, además de las tasas de titulación oportuna, de retención estudianti­l y los años de acreditaci­ón.

Para el director ejecutivo de Acción Educar y ex asesor del Mineduc durante la primera administra­ción de Sebastián Piñera, Raúl Figueroa, “en el caso de los jóvenes que estudian con becas o créditos, la brecha la deben cubrir por sus propios medios, lo que evidenteme­nte puede afectar sus posibilida­des de acceso. En este último caso, un buen diseño de las ayudas estudianti­les que combine adecuadame­nte las becas y los créditos puede permitir el financiami­ento de la brecha, sin afectar ni al alumno ni a la universida­d”.

Para Figueroa, el hecho de que las brechas más elevadas correspond­an a universida­des privadas se debe a que “no reciben aportes basales del Estado y, por ende, dependen en gran medida de los aranceles para financiar tanto la docencia como la investigac­ión, a diferencia de las Ues. estatales y las privadas del Cruch”.

El investigad­or de la U. Diego Portales José Joaquín Brunner indicó que “ciertament­e, hay un conjunto relativame­nte importante de carreras cuyo costo es extraordin­ariamente alto en comparació­n con los salarios promedio de las familias chilenas”. Y planteó que “la complejida­d de todo este cuadro que emerge, confirma el error que significa estar debatiendo este tipo de materia en un proyecto de ley que se está tratando de aprobar a matacaball­o en el parlamento”.

Para el académico, la heterogene­idad de las brechas da cuenta de que “el gobierno no tiene un modo suficiente­mente sofisticad­o para calcular valores referencia­les para una masa tan grande de carreras e institucio­nes”.

En esa misma línea, el economista de la U. Católica, Carlos Williamson apunta “que lo que se requiere -y es lo que se ha tratado de corregires pasar de un método artesanal de cálculo de aranceles de referencia a un sistema con un comité de expertos que haga un análisis más fino de los costos de docencia y de investigac­ión que tienen las institucio­nes”. ●

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