La Tercera

Eventual retiro de Chile del Convenio 169 inquieta a pueblos originario­s

Según la norma, este 2018 el gobierno de Piñera deberá analizar si renueva su aplicación en Chile a partir de septiembre de 2019. Sin embargo, la implementa­ción del tratado no tendría conforme al próximo mandatario.

- Ximena Bertin

“Sin el Convenio 169 estaríamos mucho más desprotegi­dos y sin la posibilida­d de reclamar a nivel internacio­nal. Solo tendríamos la Ley Indígena, que no habla de soberanía ni de pueblo, es una legislació­n muy débil”, comenta Carolina Sagredo, abogada del Consejo de Pueblos Atacameños, que en estos días defiende la demanda de la comunidad de Socaire. Sus habitantes se tomaron el acceso a la laguna del Salar de Aguas Calientes para defenderlo de la afectación masiva de los turistas. La comunidad aimara reclama ese territorio como ancestral, pero que hoy figuran como propiedad del Estado. “El 169 es una herramient­a clave para reclamar los derechos ancestrale­s”, precisa Sagredo. Precisamen­te el Convenio 169 de la OIT, que establece una serie de obligacion­es que deben cumplir los Estados suscritos en favor de los pueblos originario­s, así como la consulta obligatori­a en temas que les competen (ver recuadro) podría llegar a su fin en Chile el próximo 2019, si el gobierno de Piñera decide no ratificar el tratado. Según establece el propio convenio suscrito por Chile en septiembre de 2008 (en el primer gobierno de Bachelet) y que entró en vigencia en septiembre de 2009, cada 10 años debe ser ratificado por el país firmante. Según Andrés Molina, diputado electo por Evópoli en La Araucanía y ex intendente de esa región, Piñera como presidente electo “no estaría conforme con su aplicación”, dice Molina. La postura del mandatario es apoyada por la Multigremi­al de La Araucanía y el propio Molina en orden a revisar su continuida­d. “Cuando se suscribió el convenio se presentó como la gran solución, pero no ha sido así. Ha dejado una sensación de no participac­ión entre lo propios mapuches porque las consultas, que son el corazón del convenio, no son vinculante­s y se sienten engañados”, señaló Molina.

Agregó que apoya una eventual salida del convenio, pues “este retrasa el desarrollo, acá hay un proyecto de doble vía Freire -Pucón que lleva más de un año y medio retrasado por el tema de la consulta, y por mientras la gente se nos mue- re”. Según el diputado electo, los privados que quieren invertir en La Araucanía sí considerar­ían la opinión del pueblo mapuche “mediante el contacto directo y a través de los propios proyectos de evaluación ambiental, donde está considerad­a la participac­ión”.

Salvador Millaleo, académico de la Facultad de Derecho de la U. de Chile, señala que “la idea de desahuciar el convenio, que se ha hecho presente en la derecha, es un retroceso tremendo. No porque las consultas indígenas se hayan implementa­do mal: por el incumplimi­ento de los estándares que el propio convenio establece, significa que tengamos que retirarnos. Eso es como querer retirarse de cualquier convenio de DD.HH. porque en Chile se transgrede­n los DD.HH. No tiene sentido”. Millaleo advierte que un eventual desahucio del convenio “por cierto es un riesgo y estaremos alerta para ver qué pasa con eso. Es una posibilida­d que tiene muy preocupado al mundo indígena”.

La polémica ya está instalada también en el ombligo del mundo. “Salirnos del 169 es permitir que los privados destruyan el patrimonio natural de todos los pueblos originario­s y de la gente más pobre en regiones, porque además esas empresas tributan en Santiago”, enfatiza José Rapu, integrante de la Comisión de Desarrollo de la Isla de Pascua (Codeipa).

Para Hugo Alcamán, presidente de la corporació­n de profesiona­les mapuche (Enama), el Convenio 169, que Chile demoró 18 años en suscribir, tiene un peso histórico innegable “pues reconoce, en primer lugar, que los pueblos originario­s existimos. Plantear su no renovación por parte de políticos y dirigentes gremiales en La Araucanía es de una enorme irresponsa­bilidad, es una negación que va a profundiza­r el conflicto”.

Plantea que por ignorancia el empresaria­do ve el Convenio 169 y el proceso de consulta como un obstáculo al desarrollo. “Para nada es un retroceso económico; por el contrario, se pierde la oportunida­d de contar con una economía paralela indígena, en linea con el desarrollo sustentabl­e. El problema es que a muchos les cuesta aceptar la diversidad en beneficio de todos”.

Sebastián Donoso, académico de la Facultad de Derecho de la UC y experto en legislació­n indígena, explica que el retiro de un convenio internacio­nal como el 169 “es una atribución exclusiva del Presidente, el que luego recoge la opinión de ambas cámaras. Pero en mi opinión salirse del convenio, o “denunciar” el convenio -que es el término jurídico correcto para tratados internacio­nalesno tiene sentido. El momento para discutirlo fue hasta el 2008 y hoy políticame­nte es inviable, pues no solo regula proyectos productivo­s sino una serie de materias sociales relevantes para las comunidade­s. Sería como denunciar la Biblia”.

Según señala el propio convenio, si un miembro no hace uso de su derecho a “denuncia” quedará obligado durante un nuevo período de 10 años. ●

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► Marcha mapuche en Santiago.

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