Pérdida y rescate de los anticuadernos
Poemas, artefactos, cuecas, chistes, frases sueltas: todo, por pequeño que fuera, era anotado por Nicanor Parra en cuadernos y papeles sueltos. Hoy, esos cientos de libretas y hojas, junto a otros miles de libros, manuscritos y piezas de su icónica exposición Obras Públicas, dan forma al patrimonio del antipoeta. Él mismo fue quien, a mediados del año pasado, encargó a Emilio de la Cerda, director de Arquitectura de la PUC, comenzar un catastro de su obra repartida en sus cuatro casas –de La Reina, Las Cruces, Isla Negra y Conchalí (hoy Huechuraba)-, incluida su biblioteca que asciende a 8 mil ejemplares.
En diciembre, no obstante, sonaron las alarmas: varios de sus cuadernos y manuscritos figuraban como desaparecidos. Las acusaciones apuntaron entonces a la galerista Isabel Croxatto y al coleccionista César Soto. “Mi abuelo pide que se devuelvan porque él no ha regalado ni vendido nada, va contra su filosofía como artista”, comentaba Cristóbal Tololo Ugarte, su nieto.
Finalmente se supo que Juan de Dios Barraco Parra, uno de los hijos de Nicanor, había vendido varios de sus escritos. “Él me los vendió para que los dispusiera libremente. Me ofreció más cosas, pero no adquirí nada más”, declaró el coleccionista Carlos Cruz.
Con los días, la familia, asesorada por el abogado Luis Valentín Ferrada, decidió hacer un llamado público para que quienes tuvieran obras de Parra, las entregaran de forma anónima. El plazo máximo era Navidad y a cambio, se comprometían a no interponer acciones legales. En total se recuperaron 25 cuadernos que datan entre 1986 y 2008, además de algunas bandejas y escritos.
No obstante, a la fecha, de los documentos atesorados por Soto -quien ha dicho tener “la mejor colección de originales de Parra del mundo”- no se tiene noticia. Sobre los certificados de propiedad, el librero solo ha señalado: “Ese punto lo están estudiando mis abogados”.
Mientras, la familia sigue trabajando en el inventario del autor de Versos de salón, con el fin de salvaguardar todo en una bodega. Su principal preocupación es preservar y recuperar los cuadernos. “Ha demostrado ser el material más vulnerable (...). Son su diario de vida, trabajos de prueba y error, donde ensayaba, por ejemplo, sus artefactos”, decía hace unos días De la Cerda, quien encabeza el catastro. ●
“Su obra, que es un monstruo, fue una revolución en todo el sentido de la expresión”.
CLAUDIO BERTONI
POETA
“Me enseñó a desconfiar de la belleza, y que lo que no se puede decir es mejor callarlo”.
RAFAEL GUMUCIO
ESCRITOR
“Su sabiduría mundana y anarquismo popular reverberan en su obra como un vivo tiempo presente”.
JULIO ORTEGA
CRÍTICO PERUANO