La Tercera

Dobles opuestos: la rivalidad con Pablo Neruda

El antipoeta mantuvo una amistad distante con el vate de Canto general. Pese a sus distancias, nunca dejó de apreciar la obra del Nobel.

- A.G.B.

Poemas & antipoemas salió a la venta en mayo de 1954. El libro había ganado el concurso de poesía de la Sech y fue publicado por Editorial Nascimento. La contratapa iba arropada por un texto de Pablo Neruda: “Esta poesía es una delicia de oro matutino o fruto consumado en las tinieblas. Como lo mande el poeta Nicanor nos dejará impregnado de frescura o de estrellas”.

Parra había leído algunos de los antipoemas en la casa de Neruda, en Michoacán de Los Guindos. “El Pablo me dijo: me equivoqué contigo, pensé que no eras poeta, pero sí eres un poeta”, recordó Nicanor en una conversaci­ón con La Tercera. “El Pablo fue muy generoso conmigo”, relató.

Neruda reconoció el poder explosivo de los antipoemas y se dejó influencia­r por ellos, sobre todo en Estravagar­io. Pero el antipoeta estaba destinado a hacer un camino propio: en las siguientes ediciones de los antipoemas quitó las palabras de Neruda.

Nicanor llevaba más de una década de silencio: su primer libro, Cancionero sin nombre, es de 1937. Poemas & antipoemas hizo olvidar ese vacío: causó tal impacto que le restó protagonis­mo a Neruda.

“Estuve 17 años atascado con esa mercadería, en la sala de torturas. Porque yo sabía que cada libro de poesía que aparecía en Chile se medía con un solo metro: Neruda. No quería ser humillado por ese número”, dijo.

La relación entre ambos fue de una rivalidad amistosa. Mientras Neruda adquiría cada vez más la imagen de un Buda de la poesía, solemne, siempre en su pedestal, la figura de Parra crecía con una energía jovial, callejera, empapada de ironía y sagacidad.

En 1962 la Universida­d de Chile nombró a Neruda académico honorario y Nicanor Parra fue el encargado del discurso. “Hay dos maneras de refutar a Neruda:/ una es no leyéndolo, la otra es leyéndolo/ de mala fe. Yo he practicado ambas,/ pero ninguna me dio resultado”, dijo, en una intervenci­ón que definió su oficio en las antípodas del poeta nerudiano: el antipoeta -dijo“hablando de peras, puede salir con manzanas”, su fin es “hacer saltar a papirotazo­s los cimientos apolillado­s de las institucio­nes caducas y anquilosad­as”. Y agregó: “Para mí, el género artístico supremo es la pantomima”.

Al año siguiente Parra publicaó su Manifiesto, donde toma distancia de los mayores y fija su posición: “Nosotros condenamos/ Y esto sí que lo digo con respeto/ La poesía de pequeño dios/ La poesía de vaca sagrada/ La poesía de toro furioso”. Es decir, la poesía de Huidobro, Neruda y De Rokha. Al vate de

Canto general no le cayó bien: “Parece que Parra nos quiere hacer pensar”, comentó.

Parra gana adeptos en Chile y el extranjero. Lo siguen Enrique Lihn, Alejandro Jodorowsky, Jorge Teillier y Enrique Lafourcade. También logra detractore­s: Pablo de Rokha, Carlos Droguett y Gonzalo Rojas le recriminan sus chistes y sus actuacione­s políticas.

Ya en los 70 su figura se volvió decisiva para poetas como Raúl Zurita, Diego Maquieira y la poesía joven posterior.

Pese a la distancia, Parra no dejaba de apreciar a Neruda. En 2004 le preguntaro­n cuál era el mejor y el peor poema del Premio Nobel. La primera pregunta la dejó abierta; sobre lo segundo dijo: “Providenci­almente, Neruda murió antes de escribir su peor poema”.

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► Nicanor Parra en la casa de Pablo Neruda en Isla Negra en los años 60.

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