La Tercera

Gabinete sin complejos

- Por Max Colodro

En Educación, Gerardo Varela, un abogado liberal que valora el rol del sector privado en la provisión de bienes públicos; en Relaciones Exteriores, Roberto Ampuero, un escritor que ha hecho de la crítica a los regímenes de Cuba y Venezuela una de sus causas emblemátic­as; en Cultura, Alejandra Pérez, periodista y presidenta del directorio de Canal 13, fiel representa­nte de dicha industria. Y la gran sorpresa de la jornada, en Desarrollo Social, Alfredo Moreno, hasta ayer líder del mundo empresaria­l. En síntesis, señales contundent­es de la decisión de Sebastián Piñera de recoger el guante y sin matices, delinear un gabinete en función de los fuertes contrastes marcados en los últimos años entre su sector y la centroizqu­ierda.

Súbitament­e, se diluyeron los vapores tecnocráti­cos y la batalla por la hegemonía cultural quedó a la orden del día. El país de los ‘modelos’ en disputa, de los desacuerdo­s en torno a derechos universale­s y al rol del Estado, fue reafirmado por decisión presidenci­al. En los hechos, más allá de las apelacione­s formales a la ‘unidad’ de los chilenos, el gabinete presentado ayer exhibe por primera vez en mucho tiempo a una centrodere­cha sin complejos, segura de sí misma, decidida a refrendar en la orientació­n del próximo gobierno a esa mayoría electoral que se expresó con inusitada fuerza en la segunda vuelta.

La apuesta es clara: no rehuir la contienda ideológica abierta en 2010 tras la derrota de la Concertaci­ón y el término de la ‘democracia de los acuerdos’. Dejar finalmente atrás las culpas e vacilacion­es que históricam­ente han perseguido a la derecha y dar una contundent­e señal de confianza en su visión de país y de mundo, aprovechan­do de paso un momento en que la centroizqu­ierda se encuentra en el suelo.

En lo que respecta a la conducción política, Sebastián Piñera volvió a confirmar que su círculo de confianza es bastante acotado y que, en las actuales circunstan­cias, no había espacio para innovar. Así, Andrés Chadwick vuelve al ministro del Interior y Cecilia Pérez a la vocería, sumándose en la articulaci­ón con el nuevo Congreso Gonzalo Blumel, coordinado­r programáti­co de su campaña. Con estos nombramien­tos, el futuro presidente decide concentrar la iniciativa política en un equipo que presenta una genuina extensión de sí mismo, que lo conoce como nadie y que trabaja con él prácticame­nte de memoria.

En materia de conducción económica, las nominacion­es estuvieron dentro de lo esperable: Felipe Larraín en Hacienda y José Ramón Valente en Economía; dos nombres de alto reconocimi­ento en el marcado y que, en lo fundamenta­l, vienen a dar tranquilid­ad y certidumbr­e al sector privado. La responsabi­lidad fiscal y destrabar la inversión serán por tanto los principale­s desafíos de esta dupla, es decir, recuperar la senda del crecimient­o y la creación de empleo en un contexto internacio­nal donde, por fortuna, los vientos vuelven a soplar a favor.

En definitiva, Sebastián Piñera jugó sus fichas apostando a reforzar las claves del actual ciclo político; asumiendo que la sociedad chilena se encuentra en una disyuntiva todavía no resuelta y que los sectores que hace cuatro años apostaron por cambios refundacio­nales, hoy están derrotados y lamiéndose las heridas. Hace exactament­e un año el Frente Amplio vio la luz buscando convertirs­e en la verdadera alternativ­a política al Chile de la transición y de la hoy llamada ‘modernizac­ión capitalist­a’. Con el gabinete anunciado ayer, Sebastián Piñera confirmó que acepta el reto, y que la centrodere­cha que lo acompaña sale ahora a disputar el futuro con una inédita confianza en sí misma.

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