Ministerio
LOS MINISTROS DE HACIENDA Y ECONOMÍA DEBIERAN APROVECHAR SUS INTERVENCIONES PÚBLICAS PARA ERRADICAR LA AUTOATRIBUIDA SUPERIORIDAD MORAL DE LOS SOCIALISMOS.
Apesar de filtraciones previas, el anuncio del nuevo ministerio resultó ser una sorpresa. Dado el énfasis que el Presidente electo está poniendo en el logro de acuerdos con la oposición, produjo extrañeza el nombramiento de un gabinete de un perfil político tan marcadamente de derecha (liberal en lo económico-social y más bien conservador en lo valórico). A primera vista fue el equivalente de mostrarle una manta roja a un toro.
Y como era de esperar, sobre todo en el Frente Amplio, la reacción inmediata fue el anuncio de una oposición cerrada. Al hacerlo, sin embargo, no consideraron que el Presidente electo genuinamente desea la unidad nacional y que sus ministros –naturalmente que desde sus posiciones políticas- van a estar por ello abiertos al diálogo, buscando acuerdos en las materias en que ello sea posible.
El corazón del gobierno lo constituirá el Comité Político, que ha sido ampliado para incluir a los ministros de Relaciones Exteriores y de Desarrollo Social. Las personas que lo integran, en su mayoría, han trabajado juntos previamente y forman un equipo muy afianzado, condición necesaria para una gestión eficiente. Al mismo tiempo, su composición es el reflejo del énfasis político y social que le desea imprimir Sebastián Piñera a su nuevo gobierno, con el objetivo de asegurar que el crecimiento beneficie a todos y así proyectar el régimen más allá de su período.
En materia estrictamente económica, los ministros de Hacienda y Economía–que son técnicamente muy competentes y pragmáticos perfeccionarán la economía social de mercado que tenemos, a pesar de que con la nueva composición del Comité Político el poder del primero se verá reducido.
No tengo dudas que Felipe Larraín tratará de corregir lo antes posible los principales defectos de la ley tributaria, se coordinará bien con el presidente del Banco Central, velará por un uso más eficiente de los recursos fiscales, y hará los esfuerzos necesarios para ir reduciendo paulatinamente el déficit fiscal heredado. El ministro de Hacienda debiera probablemente ser también la persona que lidere el proceso de reforma del Estado, un esfuerzo multipartidario de largo aliento.
A su vez espero que José Ramón Valente considere, entre otros aportes, los resultados de los trabajos realizados por Joseph Ramos y su grupo, Manuel Agosin y sus colegas, y Jorge Rodríguez, el actual ministro de Economía, para implementar su propio, importante y urgente programa de impulso a la inversión y la productividad.
Los ministros de Hacienda y Economía son además muy mediáticos y, junto con otros ministros y el propio Presidente, debieran aprovechar sus intervenciones públicas para erradicar la autoatribuida superioridad moral de los socialismos, resaltando los principios y la evidencia empírica que subyacen a las medidas que proponen para configurar un sistema socioeconómico cada vez más libre y justo.