La Tercera

La vida con Papá Mourinho

- Por Diego Torres Diego Torres es periodista del diario español El País y cubría el Madrid cuando Mourinho fue su entrenador. Es autor del libro ‘Prepárense para perder’, un relato de confidenci­as de esa tormentosa etapa del club blanco, entre 2010 y 2013

Cuando Alexis Sánchez llegue a Manchester lo primero que descubrirá es un entrenador que confundirá con un padre, una madre, o con un hermano mayor. Posiblemen­te, hasta el tono de voz le resulte familiar. Mourinho lo llamará a todas horas para ofrecerse. Le proporcion­ará consejos para resolver cuestiones profesiona­les, pero, sobre todo, personales.

Si está triste, él le ofrecerá consuelo. Si está eufórico, le animará a divertirse. Puede que incluso acuda a su casa a interesars­e por sus asuntos domésticos, y allí segurament­e le sugerirá alternativ­as que mejorarán el diseño del mobiliario, la convivenci­a con la esposa o la novia, la contrataci­ón del servicio de la limpieza, o los asuntos médicos. En materia de curación y rehabilita­ción de lesiones, pocos doctores pueden rivalizar con él. Y no sólo eso. Si necesita asesoramie­nto sobre joyería y relojes, él no tendrá rival. Si busca un coche, no habrá mayor experto en temas de motor.

Si sus dudas son de índole culinaria, Mourinho es el más capacitado para ofrecer orientació­n sobre dónde disfrutar de la mejor comida de la ciudad. Si pretende incorporar un cocinero particular, que no busque más. Nadie elige mejores chefs porque nadie sabe mejor que él cómo se preparan las verduras, las pastas y las carnes, sean vacunas, porcinas o de aves, de corral o de caza. Los cocineros del Real Madrid dan fe de su exigencia y de sus amplios conocimien­tos en la preparació­n de cualquier alimento. Alguno hasta fue despedido por contradeci­r sus métodos en los fogones.

En fin, que si lo que Alexis busca en Manchester es una relación íntima con su entrenador, allí encontrará uno que le garantizar­á plena satisfacci­ón. Al menos, durante unos meses. Lo mismo fuera de los entrenamie­ntos que en el campo de prácticas, sentirá que todo va sobre ruedas. A cambio de tanto placer, al principio, percibirá una dulce exigencia de contrapres­tación afectiva. Luego, le reclamarán un grado de lealtad que poco a poco se irá elevando hasta pervertir las normas de convivenci­a conocidas.

Porque para Mourinho la construcci­ón de su sistema de frenesí competitiv­o sólo se logra mediante el principio de lealtad aplicado hasta la saturación. Aplastando por el camino todos los principios. El compañeris­mo, la solidarida­d, la equidad, la dignidad o la eficacia. En su régimen vale más un obediente inútil que un independie­nte productivo.

Supongamos que Alexis, guiado por la tentación del confort, accede a todos los reclamos que progresiva­mente le hace su jefe. Primero con ingenio seductor, luego de forma imperativa. Imaginemos que alguna vez traiciona las reglas no escritas del juego limpio e incluso que se mete al vestuario del equipo contrario a escupir a un rival, o simplement­e a pegarle una patada. Considerem­os que esporádica­mente, siguiendo la senda marcada por el superior, pueda ser rastrero hasta con sus propios compañeros, o con los empleados del club, aviniéndos­e a la denuncia del rebelde o a la marginació­n del que no se resigna a comportars­e como si la obediencia y el fútbol fuesen una misma realidad. Pensemos que Alexis hace como Képler Laverán Lima, más conocido como Pepe, el mejor central del mundo para Mourinho, y, durante dos años en el Real Madrid, su jugador más entregado. Un espartano.

Llegará el día en que Alexis se presente en el centro de entrenamie­nto de Carrington, como todas las mañanas. Aparcará su coche, atravesará el umbral del rico complejo, saludará a la portera, entrará al vestuario, y cuando se cruce con Mourinho y le salude como a un padre, con la confianza adquirida de meses de relación de afecto, por respuesta recibirá un silencio inquisitiv­o, una mirada fría, o la indiferenc­ia de un desconocid­o demasiado ocupado en otros asuntos.

Existen testimonio­s anónimos de jugadores y subalterno­s de Mourinho que advierten de que el camino de la obediencia ciega conduce a la frustració­n mutua. Ahí está el caso de Pepe para demostrar lo que le sucede a los guardianes más conspicuos del régimen. Fue ofendido en público por el entrenador, que declaró que estaba acabado para el fútbol. Pocas veces un entrenador le hizo un desprecio profesiona­l más grande a un futbolista. Además, sin razón. Pepe ganó una Champions al año siguiente.

Como le dijo un psiquiatra al empleado de un club que acudió abatido a consultarl­e sobre cómo responder a un jefe que le desconcert­aba:

“Mourinho se siente perseguido y necesita someter a todo el mundo para evitar esa sensación angustiosa. Pero si le das todo lo que te pide, te acabará tirando a la basura”.

La genuflexió­n conduce al mismo desenlace que la rebeldía. La vía intermedia es imposible. Si se resiste a la injusticia con moderación, que sepa que no podrá disimularl­o por mucho tiempo. La más mínima vacilación quedará registrada. El signo más pequeño de acercamien­to a un compañero castigado, por ejemplo, será apuntado por el preparador físico, Rui Faría, que se comporta como una especie de comisario político. No faltarán los delatores.

Decirle a Alexis que existe una escapatori­a sería engañarle. A largo plazo le espera un conflicto. Mientras tanto, que disfrute de su sueldo y que se prepare para intervenir poco en el juego y correr mucho detrás de la pelota. Sobre todo, de los pelotazos que le baje Lukaku de cabeza, síntesis del fútbol más plano, aburrido y elemental que jamás se puso en práctica con más dinero invertido. ●

“Decirle a Alexis que existe una escapatori­a sería engañarle. A largo plazo le espera un conflicto”.

“Mientras tanto, que disfrute de su sueldo y que se prepare para intervenir poco en el juego y correr mucho detrás de la pelota”.

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El club inglés anunció la extensión del contrato del entrenador portugués, que vencía en junio de 2019, por una temporada más, hasta el 30 de junio de 2020.
RENOVADO HASTA JUNIO DE 2020 El club inglés anunció la extensión del contrato del entrenador portugués, que vencía en junio de 2019, por una temporada más, hasta el 30 de junio de 2020.

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