La Tercera

Justin Timberlake: Carne e identidad

- Por Marcelo Contreras Crítico de música

Uno. Publica en RCA, el sello donde Elvis Presley y David Bowie lanzaron sus mejores discos, y mañana regresa triunfal al Superbowl a 14 años del polémico número junto a Janet Jackson, cuando desnudó uno de sus pechos. En los enunciados Justin Timberlake es el príncipe del pop estadounid­ense y a los 36 años disfruta de una temprana madurez artística. Casado con la actriz Jessica Biel, con quien tiene un pequeño hijo, se mueve en la primera línea de la industria de los espectácul­os entre la música y el cine. Se le considera un consagrado, pero aún cuesta trabajo recordar algún clásico suyo, la canción reconocida por todos. En esa carrera Bruno Mars le gana. Con Man of the woods, primer álbum en cinco años, confirma una discografí­a disonante con la posición que ostenta.

Dos. Cuando Josh Homme armó Queens of the Stone Age, tenía por meta que el público reconocier­a en solo tres segundos a su banda. Le costó un disco conseguirl­o. Con este quinto título Justin Timberlake todavía no lo- gra el mismo efecto. Empecinado en sumar habilidade­s nunca ha puesto demasiada atención en encontrar una voz propia, sino más bien se aplica en emular. Su música sugiere que tras la blanca palidez late un espíritu afroameric­ano, aunque es tan negro como John Mayer es blusero.

Tres. La portada de Man of the woods susurra el retrato de un cantautor indie, dos fotos rasgadas que completan la figura del artista con barba y bigote. Citó a Nashville, Memphis y el sur en general como fuentes de inspiració­n y el link no conecta con esos contenidos. Hay canciones que poseen un potencial innegable como Sauce, a la vez ejemplares en la pequeña tragedia de este álbum marcado por la sensación de enunciados y materias pendientes. La base rítmica y los jueretrata­r gos de guitarras entre cristalina­s y endurecida­s relucen, igualmente las armonías dominadas por el falsete. Pero el coro memorable nunca llega. Durante 5 minutos Midnight summer jam hace amagues de un camino y una progresión para quedar en el intento: nuevamente el falsete, el funk, las reverencia­s a The Jacksons y James Brown con la misma ausencia de malicia de Pat Boone blanqueand­o los éxitos de Little Richard en los albores del rock. En otros papeles no da con el personaje. En Supplies, la primera colaboraci­ón con The Neptunes desde 2002 tras un distanciam­iento, el hip hop transcurre sobreprodu­cido y uniforme. Así los 66 minutos del álbum se alargan hasta confundirs­e en música incidental.

Cuatro. La única directriz de Timberlake a sus productore­s fue su felicidad. Es una paradoja pero las expectativ­as deben moderarse frente al arte producido por un carácter satisfecho. En el territorio musical suele traducirse en un tono playero, factor que asoma en la segunda parte, donde cuelan las primeras palabras de su bebé y la voz de su esposa reflexiona­ndo intimidade­s. “El éxito es genial, el dinero está bien, pero eres especial, otro nivel”, canta Justin en Higher higher describien­do su vida. Hizo un disco contando lo feliz que está y en ese sentido Man of the woods es un triunfo inapelable. Pero los retratos musicales de esa alegría tienen tanta gracia como ver un interminab­le álbum de fotos de vacaciones ajenas en lugares que todo el mundo conoce.

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JUSTIN TIMBERLAKE
MAN OF THE WOODS JUSTIN TIMBERLAKE
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