INCUMPLIMIENTO DE METAS FISCALES
Frente a una regla que ha sido vulnerada sistemáticamente, cabe redefinir la política fiscal para limitar directamente la evolución del gasto público.
Los objetivos para el déficit fiscal establecidos en la Regla Fiscal oficial fueron incumplidos en 2017. Más allá de un tecnicismo que importa a especialistas, a los ciudadanos debe preocuparles que el fisco chileno, que hace diez años no tenía endeudamiento neto, tiene hoy una deuda significativa, y ha perdido rating como deudor soberano. Más preocupante aún, por esos problemas fiscales, el país inició el camino de las alzas de impuestos, afectando su crecimiento potencial. Romper la tendencia al deterioro fiscal y al mayor peso tributario (o endeudamiento creciente) supone una nueva mirada fiscal, nuevas métricas para orientar las políticas en estas materias, y una fuerte decisión de efectuar los ajustes necesarios.
Por décadas, y hasta que se desató la crisis subprime, en 2008, Chile hacía enormes progresos sociales, gracias a un buen crecimiento y recaudación tributaria creciente, que permitían abordar múltiples problemas. El gasto fiscal era fluctuante, pero esencialmente mantenido en torno al 20% del PIB. Tras la crisis subprime -que disparó el gasto público- vino una corrección solo parcial durante el gobierno de Sebastián Piñera, que permitió que el gasto fiscal ya no volviera al 20% del PIB, y siguiera creciendo más rápido que la producción. Las primeras alzas de impuestos, en ese entonces, anticiparon una tendencia que no ha cesado hasta hoy. El segundo gobierno de Bachelet agudizó fuertemente la nueva trayectoria fiscal, acometiendo reformas de alto costo, financiadas, parcialmente, con una reforma tributaria de gran impacto, e incremento de la deuda pública.
El origen del problema se encuentra en la incapacidad política de acotar el gasto público. Las alzas de impuestos, o los déficits y endeudamiento, son meras consecuencias. Obviamente una regla fiscal como la actual, que solo limita los déficits, es insuficiente, en la medida que ignora que las alzas de impuestos que permitirían cumplir la regla ante un alza de gasto público- dañan el potencial de crecimiento. Por ello, ante esta regla fiscal que ha permitido una extraordinaria expansión del gasto público en la última década -y que además perdió su credibilidad por haber sido vulnerada sistemáticamente- parece haber llegado el momento de redefinir la política fiscal en el sentido que es relevante: limitando directamente la evolución del gasto público.
En junio de 2017, alertados por el desorden fiscal, los hoy designados ministros de Hacienda y Economía propusieron cambiar la regla, para ir a una política de endeudamiento fiscal máximo, como porcentaje del PIB. Pero ello sigue sin enfrentar derechamente la necesidad de acotar el gasto fiscal, y deja abiertas expectativas de gasto y el escape a través de nuevos impuestos. Una nueva regla fiscal debe orientar la discusión al gasto. La virtud de explicitar directamente un recorrido para el gasto público es que induce a enfrentar la necesidad de priorizar entre objetivos. Evitar tal priorización explícita mantiene expectativas que, en algún plazo, se concretan en gastos, con los consiguientes déficits o alzas de impuestos. El nuevo gobierno, que busca restablecer la gestión económica de excelencia que caracterizó a Chile, debe corregir en forma profunda las tendencias fiscales que están dañando al país, e instaurar las nuevas métricas que permitan una mejor medición de logros y retrocesos.