La Tercera

MIS 15 MINUTOS ELÉCTRICOS

El piloto chileno (26) revive sus tres vueltas de exhibición sobre el track. El relato, en primera persona, de un deportista esforzado, feliz y pionero.

- Por Pedro Devaud

Me desperté supertempr­ano, como a las 4.30 de la mañana, con muchas ganas de llegar al circuito. Pensé en tomar el metro, pero me vine caminando con mi bolso, con mis cosas, como un chileno más. Creo que fui el primero en llegar; cuando llegué no había nadie.

Pude entrar y estuve un rato elongando. Después me puse al lado del auto, mirándolo, tratando de conocerlo. Lo había visto el día anterior, pero no tenía ningu- na informació­n sobre él. No sabía cómo poner marcha atrás, cómo pasar los cambios, para qué eran los botones del volante, y nunca había estado antes en un paddock de esta magnitud, ni en un pitlane como éste. Fue todo nuevo, pero disfruté mis tres vueltas. La pista tenía un poco de polvillo, de tierrita, pero en general estaba en buen estado; incluso en la recta, que era la parte más ondulada.

Salí rápido desde el principio, fui a fondo en la recta, al tope del marcador digital, a unos 200 km/h, y fue ahí cuando empecé a sentir el feeling del auto, más cómodo. Aunque el motor es eléctrico no tiene nada que envidiarle a los convencion­ales; acelera muy bien y su tecnología es impresiona­nte. Eran como las 9 de la mañana cuando largué.

En el frenaje de la segunda vuelta me pasé de largo, pero tenía un poco de margen. Este auto tiene dos tipos de freno; el normal, que uno lo puede regular con balance hacia delante o hacia atrás; y el regenerati­vo, que recupera energía pero que a la vez te ayuda a frenar el tren trasero. A mí no me habían enseñado a usarlo, pero, aunque muchos han chocado en su primera vez por la potencia del monoplaza, yo me salvé. No le hice ningún rayón. Pude salir entero.

En la última vuelta pude además sacar la bandera chilena y saludar a la gente, a la que incluso en las partes más lentas, como el auto no hace mucho ruido, podía escuchar cómo gritaban: ‘¡Vamos, Pedro!’. Sentí el apoyo de los banderille­ros, en cada curva había un estandarte chileno. Y eso es impagable. Que la gente te tenga ese cariño es algo que no se puede comprar. Puedes tener recursos y participar en las mejores carreras, pero el afecto no se compra.

Sólo espero que esto pueda servir para que la gente me conozca acá en Chile, para que me conozca el empresario privado, el gobierno, para que me conozcan como un piloto chileno con triunfos a puro esfuerzo. El año pasado corrí en Rally y en Fórmula 4, y salí campeón en una y subcampeón en la otra sin correr en ninguna todas las carreras. Y para mí estas tres vueltas en casa y en un auto de Fórmula E es algo meritorio, algo épico; el principio de todo lo demás. Mi meta es llegar a competir algún día en las mejores categorías del mundo.

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