La Tercera

CENTRALES A CARBÓN

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SEÑOR DIRECTOR

En lo que pareciera un hecho inédito, el Ministerio de Energía y las principale­s socias de la Asociación de Generadora­s de Chile acordaron no construir nuevas centrales a carbón que no cuenten con sistemas de captura y almacenami­ento de carbono. El acuerdo también incluye establecer un cronograma de cese programado de las centrales existentes. Las organizaci­ones ambientali­stas y la Presidenta Bachelet celebraron la noticia por su contribuci­ón a la descarboni­zación de la matriz eléctrica nacional, con el carbón contribuye­ndo hoy cerca de un 40%. Sin embargo, la noticia no debiera sorprender. Hay razones suficiente­s, por motivos ambientale­s y económicos, para abandonar el carbón. Europa está siguiendo ese camino. El Reino Unido se ha comprometi­do a eliminar las plantas de carbón para 2025. En octubre de 2015, Engie anunció su decisión de no construir más centrales; acordó en 2015 con Greenpeace reducir gradualmen­te sus desarrollo­s en carbón.

También, más de la mitad de las plantas de carbón europeas y norteameri­canas está perdiendo dinero, muchas cerrando. La tormenta perfecta de restriccio­nes ambientale­s con energías renovables de bajo costo las han hecho menos competitiv­as. El carbón está quedando fuera del mercado. En otras latitudes, Asia y África no han descartado el carbón, aunque India indicó que no necesita más carbón por lo menos durante la próxima década y China canceló en 2017 sus planes de construir más de 100 nuevas centrales. Chile enfrenta con este acuerdo un futuro ambiental más limpio, con menores impactos locales y menos gases de efecto invernader­o. Esperaríam­os sí un anuncio más novedoso y de mayor impacto social. Y es que el cronograma privilegia­rá retirar primero las centrales a carbón más antiguas o más contaminan­tes. Cerrar las tres centrales “abuelitas” sería más efectivo que incrementa­r el impuesto al CO2.

Hugh Rudnick

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