La Tercera

Carta al señor Longo

- EL CONTRIBUYE­NTE

“Chile es el país más difícil en que he estado en mi vida”, confiesa el director general de la Fórmula E, el español Alberto Longo. ¡Pues sea usted bienvenido a nuestra diaria realidad, señor Longo! Acá solo existen los derechos y cualquiera reclama sin importar si su propio comportami­ento está a la altura o si, por esas cosas de la vida, ha pasado a llevar las libertades del resto.

Yo le aseguro que por estos lados a Jesús no le habría resultado esa de “quien esté libre de culpa que tire la primera piedra”. Basta revisar un rato los comentario­s de Twitter para comprobar lo que le digo, señor Longo. Acá la mujer habría fallecido apedreada en segundos.

Sepa, además, que usted se metió con la socialité progre, la que vive y bebe espumantes en el barrio del Parque Forestal. Con ellos no se mete nadie. Pero si hasta contrataro­n abogado para defender sus libertades constituci­onales, esas que se verían drásticame­nte vulneradas por esa loca idea suya de convertir a Santiago en sede de un evento internacio­nal.

Me temo que un par de días de desvíos no se comparan con una nueva autopista al frente de la casa ni con un corredor del Transantia­go en el hall de entrada, como ha sucedido a vecinos de barrios periférico­s. Pero ellos no son noticia, no forman parte de la farándula progre y ningún rostro connotado los sigue en redes sociales.

Agrego, mi estimado señor Longo, que por acá la memoria es frágil. Por eso los periodista­s deportivos elevaron al Chino Ríos a categoría de “mejor deportista del siglo” (sí, leyó bien, ¡del siglo!), superando a legendario­s atletas (Pradelia Delgado, Alejandra Ramos), futbolista­s (Elías Figueroa), tenistas (Patricio Cornejo, Jaime Fillol), entre otros.

Hoy lo condenan y fustigan por ser como siempre ha sido: grosero, mal educado y de una banalidad infinita. ¿Será porque votó por la derecha? ¿O será porque ya no lo pueden vitorear a través de los micrófonos? (porque, antes que profesiona­les, sepa usted que en Chile los periodista­s deportivos se comportan más bien como fanáticos). ¿O será porque nunca entendiero­n que un buen deportista es mucho más que un par de días liderando un ranking?

No me interesa su Fórmula E y menos si la corre al frente de mi departamen­to, pero bienvenido al Chile que hemos construido: el de los derechos sin límite, sin piedad ni compasión. Lo nuestro es detectar la paja en el ojo ajeno y punto.

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