La Tercera

Desafíos de los Parques de la Patagonia

- Rodrigo Catalán Director de Conservaci­ón WWF Chile

Los bosques patagónico­s son uno de los últimos lugares prístinos del mundo, poblados por especies únicas y con las aguas más puras del planeta. Por lo mismo, la creación de la Red de Parques de la Patagonia, conformada por 4,5 millones de hectáreas, es un hito a nivel global y pone a Chile en un lugar de liderazgo también en áreas protegidas terrestres. Un impulso crucial fue la entrega de 407 mil hectáreas al Estado chileno por parte de Tompkins Conservati­on, en la que es reconocida como la mayor donación de tierras privadas de la historia.

Pero, ¿para qué nos sirven los parques? ¿Qué tenemos que hacer con ellos? En palabras de Douglas Tompkins, “los parques nacionales representa­n la cúspide de las áreas protegidas, entregando la garantía más sólida de una conservaci­ón a largo plazo. Ofrecen un conjunto incomparab­le de atributos ecológicos, valor cultural y beneficios económicos a las comunidade­s locales”. En el caso de la Red de Parques, el resguardo de una de las reservas de agua más importante­s de la mano de la conservaci­ón de miles de hectáreas de bosque nativo, glaciares, humedales y ríos, es su contribuci­ón más evidente.

Estos nuevos parques también serán una contribuci­ón para la lucha contra el cambio climático a nivel nacional y global. En la Patagonia, serán fundamenta­les para la adaptación a los eventos extremos que se irán agudizando. A nivel global, constituye­n un enorme reservorio de carbono tanto en los bosques como en las turberas y sus suelos orgánicos. Su reserva de agua es igualmente estratégic­a para las regiones y para Chile, tanto en volumen como en calidad. Además, la Patagonia protegida ya despierta gran interés turístico: el New York Times la ubicó en el sexto puesto del listado de 52 lugares para visitar en 2018, por lo que estos parques ayudarán a cimentar una imagen de país verde que se beneficiar­á del crecimient­o mundial del turismo de naturaleza de bajo impacto. Todo lo anterior puede complement­arse con el potencial de más de 22 millones de hectáreas de nuevas Áreas Marinas Protegidas actualment­e propuestas para la Patagonia chilena.

La tarea que se abre ahora es titánica. Primero, se debe asegurar una institucio­nalidad de las áreas protegidas con un Servicio de Biodiversi­dad fuerte y con financiami­ento, y diseñar e implementa­r planes de manejo para asegurar la conservaci­ón efectiva, ya que no basta solo con declarar parques. También es crucial generar un mecanismo de sostenibil­idad financiera, que puede ser público-privado, que permita enfrentar los costos que requerirá el cuidado de estos parques, a la par que debe asegurarse que no se conviertan en un pasivo para las economías locales, regionales y nacionales, sino todo lo contrario: una oportunida­d para la marca país y las regiones, bajo el sello de constituir uno de los últimos grandes lugares naturales protegidos en el mundo. Existen experienci­as exitosas que pueden enseñarnos, como Costa Rica, las áreas protegidas de la Amazonía Brasileña y los parques en Bután, iniciativa­s en las que WWF ha colaborado con gobiernos, comunidade­s y otras ONGs, generando un modelo que podría apoyar los desafíos país que nos trae la gran noticia de los Parques de la Patagonia.

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