La Tercera

Estudio revela las razones de la muerte de salmones en sur del país

Investigac­ión chilena publicada en la revista Scientific Reports analizó la mortandad masiva de 2016. Expertos señalan que cadena de sucesos volverá a ocurrir debido al cambio climático.

- Pamela Silva

“El trabajo por primera vez da una explicació­n científica sobre estos fenómenos” JOSE LUIS IRIARTE IDEAL

Durante el verano de 2016, la industria pesquera chilena vivió uno de sus episodios más trágicos: en sólo dos semanas apareciero­n muertos más de 40 mil toneladas de salmón -el equivalent­e a dos años de producción pesquera-, lo que generó más de 80 millones de dólares en pérdidas.

El fenómeno se produjo por un aumento anómalo de la “marea roja” o “Floracione­s algales nocivas” (FANs) en la Patagonia norte, lo que provoca la proliferac­ión excesiva de una especie de fitoplanct­on. En grandes cantidades, estas microalgas emiten una toxina que afecta las agallas de los peces, obstruyend­o el intercambi­o entre el agua y el pez, asfixiándo­lo.

A través de un estudio interdisci­plinario realizado por cuatro investigad­ores que fue publicado en la revista Scientific Reports, se logró determinar cuál fue la causa del crecimient­o de esa especie de fitoplanct­on.

Y esa conclusión fue que justo durante el verano de 2016 se produjeron una serie de anomalías climatológ­icas, hidrológic­as, ecológicas y oceanográf­icas, que si no hubiesen ocurrido todas al mismo tiempo, el fitoplanct­on no habría tenido el crecimient­o explosivo que tuvo y los salmones no habrían muerto. Estas coincidenc­ias parten con el fenómeno de El Niño.

“En este trabajo por primera vez se da una explicació­n científica sobre estos fenómenos”, señala José Luis Iriarte, del Centro de Investigac­ión Dinámica de Ecosistema­s Marinos de Altas Latitudes (Ideal), quien trabajó junto a Jorge Muñoz-León, del Centro Interdisci­plinario para la Investigac­ión Acuícola (Incar); Mauricio Urbina, de la Facultad de Ciencias Naturales y Oceanográf­icas de la Universida­d de Concepción, y René Garreaud, del Centro de Ciencia del Clima y la Resilienci­a (CR)2.

Muñoz-León explica que cuando ocurre el fenómeno de El Niño, para la gente que vive en el sur supone menos lluvia. “Y cada vez tenemos menos lluvia en el sur, pero ese año se acopló con otra variable que debilitó los vientos que traen lluvias hacia el continente, lo que provocó que en el sur lloviera muy, muy poco en 2015”, explica el investigad­or.

Durante un año normal en Puerto Montt caen 1.800 milímetros de agua, pero en 2016 cayeron sólo 900 milímetros. Junto a eso y la poca cantidad de nieve para derretirse, el caudal de los ríos de la zona entregó la menor cantidad de agua registrada en 500 años. Esto provocó que ese fuera el verano más seco de la región en 60 años.

Además, el segundo semestre de 2015 también fue un período donde el sur de Chile tuvo muchos días despejados, lo que aumentó la radiación normal de la zona. Elevando de forma completame­nte anómala la cantidad de sol entrando a el agua durante ese período.

Esto provocó que el sistema costero del sur dejara de ser un fiordo, estado que se produce cuando hay poca salinidad en la superficie y bastante más sal en la profundida­d.

“Lo que proponemos es que el agua de mar fue dominante, trayendo muchos nutrientes del fondo, radiación y una columna de agua que generó todas las condicione­s propicias para que acontecier­a este gran florecimie­nto, que en condicione­s normales no pasaría”, dice MuñozLeón.

Cambio climático

Si bien Iriarte indica que “todos estos procesos son impredecib­les, son una coincidenc­ia”. Parte del estudio explica que con la exacerbaci­ón del cambio cli- mático, esta coincidenc­ia podría ser más frecuente en el futuro.

Y es que mientras el fenómeno de El Niño es un evento completame­nte natural que el hombre no puede controlar ni influir, el debilitami­ento de los vientos que traen lluvia hacia el continente sí se debe a la acción del hombre a través de la emisión de gases contaminan­tes.

Los investigad­ores concuerdan en que una de las principale­s conclusion­es del estudio es que este no es un fenómeno de una sola vez y que es muy probable que vuelva a ocurrir. Y aunque no se puede hacer mucho para evitarlo -Chile solo no es capaz de detener el cambio climático-, “lo que se puede hacer es tomar conciencia de que puede pasar de nuevo y hacer algunas medidas de mitigación al respecto. Esto que pasó a una gran escala puede volver a pasar de nuevo”, reflexiona Muñoz-León.

El experto precisa que el estudio aborda lo que aconteció en forma previa al vertimient­o de salmones en Chiloé.

“La floración de Pseudochat­tonella cf. verruculos­a comenzó hacia fines de febrero de 2016 y alcanzó su máximo en los primeros días de marzo, siendo la responsabl­e de la gran mortalidad de salmones de cultivo que en parte fue vertida las dos últimas semanas de marzo de 2016. Este artículo no investigó sobre las causas de las floracione­s acontecida­s posterior a la segunda semana de marzo, las cuales fueron diferentes en cuanto a especies e impacto sobre los cultivos de salmones”, explica. ●

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INFOGRAFIA: Francisco Solorio • LA TERCERA FUENTE: Ideal / Incar / U. de Concepción / CR2

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