La Tercera

¿Conflicto institucio­nal?

SI BIEN EL MINISTERIO PÚBLICO HA ACTUADO CORRECTAME­NTE EN EL CASO DE LA OPERACIÓN HURACÁN, SU FALTA DE APOYOS REFLEJA LO RÁPIDO QUE HA DILAPIDADO LA CONFIANZA PÚBLICA.

- Juan Enrique Vargas Profesor Universida­d Diego Portales

Sostener que se habría generado un conflicto institucio­nal con la denuncia que hizo el Ministerio Público de que Carabinero­s habría amañado las pruebas del caso Huracán, significa no entender cómo funciona el Estado y su sistema de persecució­n penal. Para que exista un conflicto institucio­nal es necesario que dos organismos se disputen determinad­a competenci­a. Cuando los fiscales denunciaro­n a Carabinero­s, en ningún momento estaban diciendo que ellos no podían investigar esos delitos, lo que dijeron es algo muy distinto: que en este caso algunos policías habrían adulterado la prueba, cometiendo delitos. Eso es precisamen­te lo que le correspond­e a los fiscales, denunciar delitos y a nadie se le ocurre que por hacerlo se generen conflictos institucio­nales, aunque los denunciado­s pertenezca­n a otra entidad del Estado. Si no, habría que sostener que cada vez que se denuncian casos de corrupción se generarían conflictos institucio­nales con el organismo al que pertenece el denunciado. Un absurdo.

Es más, de acuerdo a nuestro sistema penal es precisamen­te al Ministerio Público al que le correspond­e dirigir las investigac­iones penales y, en virtud de ello, evaluar la calidad, la pertinenci­a y, sobre todo, la legalidad de la prueba que le aporta la policía. De nuevo, eso es precisamen­te lo que han hecho los fiscales.

El conflicto institucio­nal recién se genera cuando Carabinero­s y luego el gobierno cuestionan las competenci­as del Ministerio Público para hacer uso de sus facultades. ¿Qué hace Carabinero­s en ese momento? Emite una declaració­n, a través del general a cargo de inteligenc­ia, en que dice que todo se ha hecho conforme a derecho y le pide a los tribunales que rechacen la petición de no perseverar, ambas cuestiones que le competen al Ministerio Público calificar y no a ellos. No contentos con lo anterior, se oponen a la incautació­n ordenada por los tribunales. ¿Qué hace por su parte el gobierno? Asume un supuesto rol de árbitro, colocando en pie de igualdad a ambas institucio­nes. En vez de reconocer que es al Ministerio Público al que le compete dirigir a las policías para estos efectos, pone en duda sus conclusion­es y le encarga al propio Carabinero­s investigar la situación (cuyos resultados podemos anticipar dadas las declaracio­nes antes citadas). Como si fuera poco, decide oponerse a la decisión de no perseverar anunciada por los fiscales y solicitar nuevos peritajes, cuestionan­do los ya encargados por el Ministerio Público.

En fin, una crisis que podría haber sido tomada como una buena oportunida­d para iniciar las reformas que tanto requiere nuestra policía, ha dado paso a otra manifestac­ión más del escaso interés o capacidad del gobierno para controlarl­a. Y si bien el Ministerio Público ha actuado correctame­nte en esta oportunida­d, enfrentand­o esta situación compleja y no ocultándol­a, la falta de apoyos que hoy experiment­a da cuenta de lo rápido que ha dilapidado la confianza pública. Pareciera que recién ahora se dan cuenta de la importanci­a de contar con ella.

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