La Tercera

Más bananeros

EL DESARROLLO DE LOS PAÍSES NO ES SOLO SU PROGRESO MATERIAL, SINO LA CALIDAD DE SUS INSTITUCIO­NES. QUÉ LEJOS HEMOS ESTADO ESTAS SEMANAS DEL DESARROLO QUE ANHELAMOS.

- Gonzalo Cordero Abogado

El desarrollo de los países no es solo su progreso material sino también la calidad de sus institucio­nes, el grado de seguridad jurídica que protege a las personas y la fortaleza de su cuerpo social. Por ello, en una suerte de línea, se ubican en un extremo los llamados países bananeros y en el otro algunos pocos con tradición anglo sajona o germánica, en que hay riqueza, un efectivo gobierno de la ley y en que las relaciones entre los particular­es se rigen por el valor del respeto recíproco. Pocos días atrás conocimos el caso de un ministro del gobierno inglés que presentó la renuncia a su cargo por haber cometido la falta -para él inaceptabl­ede llegar dos minutos atrasado a la sesión del Parlamento en que debía responder consultas de la oposición.

En estos mismos días, en cambio, los chilenos hemos vivido un par de episodios que, a mi modesto entender, nos acercan más al extremo de las republique­tas y nos hacen mirar desde una distancia inalcanzab­le a esas sociedades más desarrolla­das. La disputa del Ministerio Público con Carabinero­s es incomprens­ible y aterradora para el ciudadano común. Incomprens­ible, porque pareciera que no existe ley que regule las competenci­as de cada uno, la autoridad de unos respecto de los otros y, lo más importante, la atribución de responsabi­lidades por las infraccion­es que se cometen. Solo por dar un ejemplo, Carabinero­s impidió por la fuerza un allanamien­to en una de sus unidades; la lógica indica que hay dos opciones: la orden era ilegal o lo fue la resistenci­a a cumplirla. En uno u otro caso debió hacerse efectiva de inmediato la responsabi­lidad que afirma y salvaguard­a la autoridad de la ley, que es la que verdaderam­ente importa. Pero eso no ocurrió. Según trascendid­os de prensa, apenas hubo gestiones oficiosas -a la chilena podríamos decir- para solucionar el impasse.

El otro episodio, un grupo de parlamenta­rios de la UDI anuncia que pedirá al Presidente Piñera que plebiscite la restauraci­ón de la pena de muerte. Hay muchos ángulos para comentar el punto, pero me quiero detener en uno: el uso de los plebiscito­s. Usar el plebiscito como mecanismo legislativ­o es el mejor camino al populismo y a la destrucció­n del sistema democrátic­o mismo. Por eso nuestra constituci­ón, en una norma que Jaime Guzmán defendía con fuerza, lo contempla para resolver conflictos institucio­nales entre el Congreso y el Presidente de la República.

Los países tienen normas y respetarla­s es la única manera civilizada de resolver los conflictos y de ejercer el poder. El desarrollo es una combinació­n de riqueza material y gobierno de la ley en que, como dijo el campesino prusiano al gobernante que lo amenazaba, el ciudadano nada tiene que temer “porque hay jueces en Berlín”. Qué lejos hemos estado estas semanas del desarrollo que anhelamos.

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