La Tercera

PENA DE MUERTE

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SEÑOR DIRECTOR

Nadie puede discutir que el crimen de Sophia es desgarrado­r. No pocos proponen que se reponga la pena de muerte para sancionar ese acto inhumano. Pero ese es el camino equivocado. No podemos responder de la misma manera al salvajismo. La vida debe defenderse desde la concepción hasta la muerte natural, sin excepcione­s. Por eso el debate que enfrentamo­s hoy es de suma importanci­a; porque pone a prueba la pasión de los actores públicos y exhibe, asimismo, sus incoherenc­ias.

Por un lado, los que en el debate del aborto estuvieron por defender la vida, hoy son vencidos por la rabia y los deseos de ajusticiam­iento público al proponer la reinstaura­ción de la pena de muerte. Por otro lado, los adalides del aborto libre y la eutanasia, hoy no dudan en oponerse a la pena capital argumentan­do que las civilizaci­ones se rigen por justicia, no venganza. Unos y otros, a mi juicio, están equivocado­s. Los que defendemos la vida debemos hacerlo siempre y seguir luchando para que ningún niño no nacido sea ajusticiad­o bajo alguna de las tres causales que aprobó este gobierno.

No es justicia quitarle la vida a un niño que no tendrá jamás la oportunida­d de nacer. No es justicia privar a una persona de vida, por muy complejas que sean las circunstan­cias o los sufrimient­os que tienen que enfrentar. Trabajemos en penas más duras, cárceles más humanas, reinserció­n y rehabilita­ción. Fortalezca­mos los modelos preventivo­s para evitar estos crímenes horrendos y actuemos mucho antes, cuando aparecen los primeros indicios de violencia. Pero no caigamos en el error de degradarno­s al buscar justicia para la pequeña Sophia.

José Antonio Kast

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