La Tercera

Mientras mirábamos hacia otro lado

- Por Moisés Naím Analista venezolano del Carnegie Endowment for Internatio­nal Peace

En la reciente reunión anual del Foro Económico Mundial en Davos detecté un raro ambiente que describí como de “euforia angustiada”. Euforia por la recuperaci­ón de las principale­s economías del mundo y la fuerte subida de los precios de las acciones en Wall Street y angustia porque es imposible no darse cuenta de que hay muchas cosas que no van bien, del cambio climático a la desigualda­d y de las aventuras de Trump a las de Putin. En Davos había conciencia de que las causas de la euforia podían esfumarse de un día para otro.

Y así pasó. Pocos días después de la reunión, los precios de las acciones sufrieron una caída sin precedente­s. Naturalmen­te, esto generó innumerabl­es titulares y comentario­s. Pero al mismo tiempo que el derrumbe de la Bolsa atraía la atención del mundo, estaban ocurriendo otras dos cosas que, aunque pasaron casi desapercib­idas, a la larga podrían tener tantas o más consecuenc­ias que la volatilida­d financiera de estos días.

La primera es que el gobierno de Donald Trump anunció una nueva política sobre armas nucleares que incluye la posibilida­d de usarlas en reacción a ataques no nucleares. La segunda es que se acaba de saber que en noviembre del año pasado Estados Unidos produjo más de 10 millones de barriles de petróleo diarios, un récord que no rompía desde 1970. Veamos.

Al final de la tarde del pasado viernes 2 de febrero, mientras la mayoría de los estadounid­enses se preparaba para el descanso del fin de semana, se publicó la Revisión de la Postura Nuclear 2018 (NPR, por sus siglas en inglés). Este es un documento que todos los gobiernos de EE.UU. elaboran regularmen­te para describir cuál es el papel que el Presidente de turno le va a dar a las armas nucleares. El NPR divulgado por el Departamen­to de Defensa ese viernes rompe drásticame­nte con la continuida­d que en este ámbito habían mantenido todos los Presidente­s estadounid­enses durante casi medio siglo. La posición común había sido la de disminuir el peso estratégic­o y el número de armas nucleares. En cambio, la nueva postura otorga más importanci­a a estas armas y aumenta la inversión en el arsenal nuclear y su diversific­ación. El cambio más radical es que si bien en la NPR se afirma, como lo habían hecho todas las anteriores, que las armas nucleares solo serán usadas en “circunstan­cias extremas”, la postura de 2018 amplía la definición de cuáles son esas circunstan­cias extremas que justificar­ían un ataque nuclear. Notablemen­te, incluye el anuncio de que podrían ser usadas contra enemigos que no dispongan de armas nucleares. Un ejemplo sería la represalia nuclear contra quienes hayan llevado a cabo un masivo ataque cibernétic­o contra la infraestru­ctura física de EE.UU. -la red eléctrica, telecomuni­caciones, el sistema financiero, etcétera-. La nueva NPR también plantea la creación de nuevas bombas nucleares más pequeñas, más usables y de menor potencia explosiva. En el lenguaje de los especialis­tas, serían artefactos “tácticos” y no “estratégic­os”. El pequeño detalle que no se discute mucho es que estas bombas nucleares “más pequeñas” y “tácticas” son tanto o más devastador­as que las que se usaron en Hiroshima (146.000 muertos) y Nagasaki (80.000).

La inmensa mayoría de los expertos están alarmados por la adopción de esta nueva postura nuclear. Muchos opinan que aumenta la probabilid­ad de una guerra atómica, mientras que otros señalan que va a conducir a una nueva carrera armamentis­ta. Naturalmen­te el costo de implementa­r esta NPR es inmenso y va a contribuir a elevar el ya enorme déficit fiscal de EE.UU.

No importa. Ninguna de estas críticas son suficiente­s para alterar el rumbo nuclear decidido por el Presidente Trump y sus asesores.

Por otro lado, la buena noticia para Estados Unidos es que ha consolidad­o su posición como potencia energética. El boom petrolero ha sido extraordin­ario, hasta el punto de que en enero exportó crudo a los Emiratos Árabes. La mitad de esos 10 millones de barriles producidos diariament­e en noviembre del año pasado provenía de yacimiento­s antes inaccesibl­es. Ahora es posible extraer crudo y gas de las rocas de esquisto (shale) a través de la fragmentac­ión hidráulica de esas rocas (el “fracking”). Hace apenas diez años, solo el 7% del crudo procedía de esas formacione­s, mientras que ahora es el 51% .

Las implicacio­nes económicas y geopolític­as de este auge petrolero son enormes.

Tanto la nueva postura nuclear como la creciente autonomía energética refuerzan el aislacioni­smo que caracteriz­a la forma de pensar de Donald Trump. Con el gatillo nuclear más ligero que nunca y con más independen­cia energética que nunca, la equivocada ilusión de que a EE.UU. no le hace falta el resto del mundo puede parecer más real.

“America alone” o “América sola” no es solo una descripció­n hipotética de las ideas de este Presidente. Es un eslogan que resume bien adónde Trump está llevando a su país.

La buena noticia para EE.UU. es que consolidó su posición como potencia energética.

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► El Presidente de Estados Unidos Donald Trump y la primera dama, Melania Trump.

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