La Tercera

Derecha: ¿Compasiva y justa?

LA VICTORIA DE PIÑERA ES UNA OPORTUNIDA­D PARA QUE LA CLASE EMPRESARIA­L DESARROLLE AL INTERIOR DE LA EMPRESA UNA ÉTICA “AMIGA DE LA PERSONA” Y DE SU DIGNIDAD.

- Investigad­or Clapes UC Carlos Williamson

¿Existe una derecha compasiva, decimonóni­ca, sensible a la pobreza y dispuesta a mitigar el dolor ajeno, pero refractari­a a las desigualda­des, aunque sean fuente de injusticia­s? Hay quienes piensan que sí. Hubo una derecha convencida de la existencia de un orden social incontrola­ble a la voluntad humana, que miraba con recelo la idea de igualdad, recurriend­o a la tesis de que la naturaleza ha hecho distintos a los seres humanos y, en consecuenc­ia, las desigualda­des son naturales a nuestra esencia; forzar la igualdad arriesga la pérdida de la libertad y puede ser un camino de servidumbr­e. Lo genético y lo cultural serían decisivos en las desigualda­des y entonces no intentemos cambiar un supuesto “orden natural”.

Pero ello no pasa de ser hoy una caricatura de una centrodere­cha moderna. Adam Smith, no creía en este fatal determinis­mo que pesaría sobre nuestras espaldas. En la “Riqueza de las Naciones” señalaba que, “las diferencia­s no surgen tanto de la naturaleza de los seres humanos como del hábito, la costumbre y la educación”. En ese contexto, la “nueva” derecha, sin complejos, no transa los principios de libertad y justicia, pero sí supera una visión asistencia­lista y fatalista sobre la pobreza y desigualda­d. Reconoce con Rawls que el pilar central de la justicia es la equidad. En una sociedad no hay justicia si no hay equidad, en el sentido de alcanzar un conjunto de principios comunes a todos sus miembros y la elección de institucio­nes justas para garantizar una sociedad equitativa. Esto supone libertades básicas iguales, sin distinción, sin perjuicio de aceptar las diferencia­s sociales y económicas, siempre que ellas ocurran en condicione­s de igualdad de oportunida­des para todos y, desde luego, cautelando que los menos aventajado­s reciban siempre un trato preferenci­al sobre el resto.

Pero en ese mismo contexto a la nueva derecha se le pide algo más. Debe luchar por superar la lógica Estado y Mercado, monopoliza­ndo en sus campos propios las relaciones humanas, sin dejar espacios para que la sociedad civil pueda desplegar su manto solidario. El Papa Benedicto XVI lo dijo en Caritas in Veritatis: “el binomio exclusivo Mercado-Estado, corroe la sociabilid­ad”, mientras que una auténtica “economía solidaria”, cuyo mejor terreno es la sociedad civil, “crean sociabilid­ad”. “La victoria sobre el subdesarro­llo requiere no solo mejorar la naturaleza de las transaccio­nes en el mercado o de las estructura­s asistencia­les de carácter público, sino sobre todo en la apertura progresiva en el contexto mundial a formas de actividad económica caracteriz­ada por ciertos márgenes de gratuidad y comunión”.

La victoria por amplio margen de la centrodere­cha que lidera Piñera, abre una oportunida­d única no solo para que el nuevo gobierno recoja las múltiples iniciativa­s de la sociedad civil para combatir la pobreza y la desigualda­d. Es asimismo una oportunida­d para que la clase empresaria­l, habitualme­nte ligada a la derecha, asuma un rol más activo no solo a formas de solidarida­d externa bajo la llamada responsabi­lidad social empresaria­l, sino a desarrolla­r al interior de la empresa una ética “amiga de la persona” y de su dignidad.

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