La Tercera

Los incendios causan mucho menos daño que en 2017

Un ataque más eficiente, mayor conciencia de vecinos y condicione­s climáticas benévolas explican por qué los siniestros han dañado 25 mil hectáreas y no las 560 mil registrada­s entre julio de 2016 y junio de 2017.

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Un panorama mucho más tranquiliz­ador en materia de incendios forestales es que el vivió el país durante enero, el que empezó a repuntar con los primeros focos de relevancia que se combatiero­n en Ercilla y Angol a partir del 30 de enero, sumando más de dos mil hectáreas en tres días de combate. Según Aarón Cavieres, director nacional de Conaf, las cifras, al menos en términos de superficie, dan cuenta de un ataque temprano y más eficiente (ver pág.

4), dado que se aumentaron los brigadista­s y el combate aéreo de las llamas. La temporada actual comenzó el 1 de julio de 2017 y hasta el 14 de febrero se han registrado 3.934 focos de incendios. En la temporada pasada (1 de julio de 2016-30 de junio de 2017) hubo 3.938. Sin embargo, la superficie afectada a la fecha (25.819 hectáreas) equivale sólo al 4% de todo lo que se había quemado en la temporada 2016-2017, que sumó 560 mil hectáreas. El año pasado, en los megaincend­ios que azotaron las regiones de O’Higgins, Maule y Biobío, en menos de tres semanas, entre el 18 de enero y el 5 de febrero, fueron destruidas por el fuego 467 mil hectáreas. Fue un año anormal. El período anterior, de julio de 2015 a junio de 2016, la cifra ascendió a 42 mil hectáreas. Y en las dos temporadas previas se superaron las 100 mil hectáreas anuales. El descenso tiene varias razones.

Según William Arévalo, alcalde de Santa Cruz (VI Región) y presidente del Centro para la Gestión de Riesgos Locales de Asociación de Municipali­dades de Chile (Amuch), uno de los factores que influyó es el cuidado de los habitantes de las zonas afectadas por el megaincend­io de 2017. “La gente está más alerta porque pudo ver en tiempo real lo que pasó con el megaincend­io y eso los asustó, quedaron tan impactados que eso los concientiz­ó, toman más resguardos, limpian las malezas y actúan en forma autónoma. Si hoy se inicia la más mínima humareda, se activa la alarma y la gente baja por los cerros y se moviliza para apagarlo. Antes se hubieran quedado esperando que lo apague Conaf o Bomberos”, dice Arévalo.

También las condicione­s climáticas han sido diferentes, lo que aplazó el inicio de los siniestros. En 2017, los incendios comenzaron en enero; este año el mayor número de focos se ha producido en febrero, multiplicá­ndose en Coquimbo, Valparaíso, parte de la Región Metropolit­ana y La Araucanía. “Los focos se han concentrad­o en esta quincena porque hemos tenido condicione­s de temperatur­as muchos más altas, habíamos tenido olas de calor de tres días, pero ya estamos llegando a cinco días. Eso marca inmediatam­ente la situación de propagació­n de los incendios forestales que es lo que se expresa en grandes incendios”, explica Cavieres. “El calor que seca el material fino muerto, más el viento y la baja humedad, hacen más difícil el combate, por eso hemos tenido mayor número de siniestros que alcanzan cierta magnitud y que los hace mas difícil de controlar” agrega.

Este repunte de los siniestros, tras un enero muy tranquilo por condicione­s climatológ­ica más benignas, fue anunciado por Miguel Castillo, investigad­or del Laboratori­o de Incendios Forestales de la U. de Chile. Según él, la aparición de focos es parte de una estadístic­a esperada para la época, pero lejos aún de la situación de gravedad extrema y descontrol de 2017.

Sin embargo, para el investigad­or, el riesgo sigue vigente. “La condición de peligro claramente va ir en aumento y pueden darse mayores episodios, incluso a fines de febrero o principio de marzo, pues las máximas meteorológ­icas se están trasladand­o. Evidenteme­nte no es lo que queremos, pero todas las condicione­s indican que así va a ser”, plantea Castillo. Otra variante que se indaga en la U. de Chile es en qué momento los incendios radicados hoy en la zona centro sur podrían avanzar hacia Los Lagos, donde se están dando condicione­s favorables para la propagació­n.

Por ahora, al menos el factor temperatur­a responde a un año normal. “El verano pasado fue un año totalmente anormal, con hasta siete olas de calor en enero, es decir más de la mitad del mes con temperatur­as sobre 33 grados y con récord sobre 37 en Maule y Biobío. Este verano, las olas de calor siguen estando en rangos normales”, dice Patricio Urra, experto de la Dirección Meteorológ­ica de Chile (DMC).

Sigue riesgo por clima

Si bien la temperatur­a bajó ayer poniendo fin a los tres días de ola de calor en la zona central, el factor climatológ­ico sigue siendo relevante pues las temperatur­as continuará­n por sobre los 30 grados hasta el sábado, abarcando desde el interior de Coquimbo hasta Los Ángeles. “A eso hay que agregar los valores de humedad, que van a estar bajo el 30% desde la precordill­era de Coquimbo hasta el borde norte de La Araucanía, pero la mínima humedad y la zona más seca se dará en valles y precordill­era desde la RM hasta Biobío”, dice Claudio Belmar, experto del área de pronóstico­s de la DMC.

La última ola de calor que afecto la zona central marcó un peak nacional de 38,2 °C en San Felipe y 37,7 °C en Llayllay, ambas en Valparaíso. Sin embargo, sobre la posibilida­d de anticipar si se repetirán en febrero, la meteorólog­a de la Oficina de Servicios Climáticos de la DMC, Catalina Cortés, afirma que “es bastante difícil y de gran incerteza, ya que estos eventos suelen obedecer a condicione­s meteorológ­icas especiales casi imposibles de anticipar”. ●

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