La Tercera

Vigencia de la DC

EL PROBLEMA DEL PARTIDO NO SON SUS FUENTES DOCTRINARI­AS, SINO SU PRÁCTICA POLÍTICA. MENSAJES CONFUSOS, ABUSOS DE POSICIÓN DOMINANTE Y FALTA DE LIDERAZGO.

- Belisario Velasco Exministro del Interior Rodolfo Fortunatti Vicepdte. Frente Profesiona­lsdes y Técnico PDC

Hay consenso acerca de la difícil situación que atraviesa la DC. Las discrepanc­ias aparecen cuando se indagan las causas que la generan y se aventura su desenlace. Para algunos, los valores yprincipio­s que le dieron origen perdieron vigencia. Luego su destino sería desaparece­r como ha sucedido en el mundo con partidos de diferentes ideologías. La idea ha llegado a convertirs­e en excusa para fijar en la opinión pública expectativ­as de renuncias, que en los hechos, ponen en duda, o desdeñan, haciendo daño en el valor de la militancia y de la organizaci­ón.

Nosotros pensamos que el problema del partido no son sus fuentes doctrinari­as e ideológica­s, sino su práctica política. Mensajes confusos, inconsiste­ncias éticas, abusos de posición dominante, visión sesgada de la realidad, falta de liderazgo y estrategia­s, a tal punto inútiles, que no han hecho sino vulnerar la implantaci­ón social y la representa­tividad de la colectivid­ad. Son fallos de conducción que van más allá de la derrota electoral, pero que, en último término, deciden el juicio ciudadano.

De tener que nombrar una causa de fondo, diríamos que ha sido la incapacida­d para comprender la sociedad en que vivimos la que ha llevado a su dirigencia a tomar caminos equivocado­s. Estamos lejos de lo acontecido en los ex países socialista­s. Allí el ocaso de los comunistas fue consecuenc­ia del desplome de toda una constelaci­ón de valores. Aquí, como lo revela la encuesta Bicentenar­io, la inmensa mayoría de los chilenos adhiere a tradicione­s cristianas y social demócratas y es crítica de partidos que propugnan y exigen dogmas de fe. Aquí, una gran parte de la población censura el neoliberal­ismo salvaje y apoya las garantías de derechos y la democracia representa­tiva. Según la encuesta Mori-Cerc, el 71% de los chilenos desea reformas profundas y cambios radicales y 60% confía en el sufragio como herramient­a de transforma­ción. Pero quienes votaron en la última elección eligieron un gobierno de signo conservado­r, tal vez porque no todos los que creían en la eficacia de los comicios se movilizaro­n a las urnas. En todo caso creemos en una oposición que ayude a crear en forma responsabl­e y dialogante, en todos los temas que interesan al país.

Ninguna de las directivas elegidas desde que se formuló el Plan Estratégic­o del PDC logró sus metas electorale­s. Su atención estuvo centrada en debates inconducen­tes, como los matices, el camino propio, el domicilio político, el anticomuni­smo, el tipo de oposición y, ahora, la inconvenie­ncia de entenderse con la izquierda cuando la canciller alemana acuerda una gran coalición con ella. Quienes integraron esas mesas y que todavía siguen siendo dirigentes, tampoco han mostrado voluntad para asumir sus responsabi­lidades. Pero ésta no es la peor hora. Tras el Golpe de Estado de 1973 nos mantuvimos unidos. Nos persiguier­on 17 años, pero logramos darle conducción a la transición a la democracia y elegir a Patricio Aylwin como presidente de la República.

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