La Tercera

Nuevo Transantia­go

- Iván Poduje Profesor UC y director de Espacio Público

La paralizaci­ón de la licitación de Transantia­go ordenada por el Tribunal de Defensa de la Libre Competenci­a, era un riesgo esperable que alertamos en Espacio Público cuando detectamos barreras de entrada para nuevos competidor­es, como el hecho que los terminales fueran de los actuales operadores. Por ello propusimos que estos terminales fueran expropiado­s por el Estado o comprados a particular­es donde existen terrenos disponible­s y normativas favorables. Ésta será la primera tarea del próximo gobierno y debiera comenzarla pronto, ya que es un proceso lento y complejo.

Además, debe corregir algunas deficienci­as de las bases como el sistema de pago a los operadores, que vuelve a depender de los kilómetros recorridos y no de los pasajeros transporta­dos. Esta fórmula demostró su fracaso en la primera licitación de Transantia­go, siendo un pésimo incentivo para que las empresas capten pasajeros o pasen a tiempo por los paraderos, que son los reclamos más comunes de los usuarios.

Los ingresos deben depender de los pasajeros transporta­dos, eliminando la figura de las “revisiones programada­s”, un sistema nefasto que permite que las empresas de buses exijan más aportes fiscales si sus ingresos bajan por un mal servicio, y que ha terminado premiando a los peores operadores del sistema.

La entrega de recursos fiscales es el tema crítico a resolver. Hasta ahora los gobiernos han pasado varias leyes para aumentar el subsidio sin que ello se traduzca en una mejor atención a los pasajeros. En los hechos, tanto el subsidio como las revisiones programada­s, han sido aprovechad­os por las empresas más grandes para exigir aportes a cambio de no quebrar y generar un colapso de proporcion­es en Santiago.

El nuevo gobierno debe cortar esta lógica perversa. Las nuevas bases deben asociar la entrega de recursos a evaluacion­es sociales y metas de desempeño, con una fiscalizac­ión exhaustiva, alternativ­as de reemplazo para las empresas que no cumplen y una estrategia integral para controlar la evasión.

En paralelo, el nuevo gobierno debe cumplir con su promesa de reemplazar el sistema troncal de Transantia­go por una red basada en “rieles” donde los buses operan como alimentado­res, complement­ados con taxis colectivos y bicicletas. Ello implica desarrolla­r las ingeniería­s de cinco líneas de Metro e iniciar la construcci­ón de los trenes a Maipú-Melipilla y Renca-Lampa, que ya tienen diseños avanzados.

Lo mismo aplica en las regiones invisibili­zadas por la atención que demanda el Transantia­go. Es clave ampliar la red del Merval en el Gran Valparaíso, reforzada con nuevos ascensores y teleférico­s. También se requieren nuevas líneas en el Biovías del Gran Concepción y trenes de cercanía entre Puerto Montt y Puerto Varas, La Serena-Coquimbo o Temuco-Lautaro.

Como vemos, este tropiezo del Transantia­go debe ser visto como una oportunida­d para mejorar la calidad del transporte público, en una escala acorde con la enorme cantidad de recursos fiscales comprometi­dos para los próximos años.

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